Antes
de iniciar este opúsculo, he convenido hacer una síntesis del devenir histórico
en el área del Mediterráneo, hasta llegar al momento del ingreso de Miguel de
Cervantes en el Ejército.
A
lo largo del Siglo XVI, por las aguas del Mare Nostrum campaba por sus respetos
la piratería berberisca. La navegación por ellas era muy peligrosa a causa del
ataque de sus naves que partían, sistemáticamente, del norte de África.
Aquellos
que se arriesgaban a hacer grandes travesías, por mar abierto e incluso hacían la navegación de cabotaje,
debían de ser protegidos, si querían que las mercancías que transportaban en
sus bodegas no cayeran en sus manos.
Cuando
reinaban los Reyes Católicos, una de sus principales políticas fue la formación de una gran flota, con la
que proteger las rutas de comercio del Imperio y por ende a los navíos que
partían y llegaban a los puertos de la Península Ibérica; conseguir al mismo
tiempo, establecer puertos seguros en el Estrecho, con lo que consiguieron,
paulatinamente, expulsar a los piratas que partían de ellos.
Consideraron
que había que acabar con las patentes de corso de estos piratas que navegaban por estas aguas y llevar un
control a cargo de la Marina. Se
llevaron a cabo, las siguientes acciones, unas con éxito, otras adversas a nuestros intereses y
cronológicamente tuvieron lugar:
Durante
el reinado de los Reyes Católicos (1479 – 1516)
1497.
Toma de Melilla. 1505. Toma de Mazalquivir.
1506.
Toma de Cazaza, en las proximidades de Melilla.
1508.
Toma del peñón de Vélez de la Gomera.
1509.
Tras la conquista de Mazalquivir se conquista Orán, donde se pusieron en
libertad a muchos cristianos cautivos
1510.
Conquista de Bugía y toma de Trípoli. Así como la intervención sobre Los Gelves
que resultó un fracaso.
Durante
el reinado de Carlos I. (1516 - 1556)
1522.
Pérdida del Peñón de Vélez.
1535.
Se arrebató el Peñón de Vélez al turco Barbarroja y se liberan muchos
cristianos que allí estaban cautivos.
1541.
Intento de la flota española conquistar Argel; resultado: un fracaso al
dispersar las naves una tempestad.
Y
durante el reinado de Felipe II. (1556
- 1598)
1558.
Fracaso al intentar la conquista de Mostaganem.
1560.
Fracaso en el intento de la toma de Los
Gelves.
1670.
Túnez, cae en manos del virrey de Argel.
Como
consecuencia de estos largos años de luchas de conquistas, asaltos, éxitos y
fracasos, se habían perdido por una y otra parte muchas vidas humanas, había
perdido la vida muchos soldados o habían sido hechos prisioneros y cautivos. La
inestabilidad en el Mediterráneo causada por el islamismo, era preocupación
principal para la Cristiandad.
Dicho
esto, no es fácil y sí muy al contrario, harto difícil escudriñar en los
recovecos que aún subsisten de la vida militar del más célebre Soldado, de
cuantos juraron fidelidad a España, a su Rey y a sus Banderas.
No
obstante, como cualquier otro joven mozo de su tiempo, residiendo en Madrid, a
la edad de veinte un años, ansioso de medro y honra, aquella podemos iniciarla
en el año 1569, aunque, a ciencia cierta no sepamos la fecha exacta de la
entrada de Cervantes en la milicia.
Soñaba
Miguel de Cervantes, cuando España estaba amenazada por el poder turco que
había conseguido cubrir sobre los españoles una borrasca de inquietudes,
convertirse en verdadero cruzado de la Cristiandad y de ahí su afán de
alistarse y sentar plaza de Soldado, en tan deseada y honorífica profesión
soldadesca, algo que satisfacía plenamente las aspiraciones de aquella
juventud; ser Soldado ayer como hoy, era tanto como ser señor, caballero y por
ende el mejor ciudadano.
Cervantes
pasaría este año a Italia, al servicio del cardenal Giulio Acquaviva. En su
dedicatoria en La Galatea: “oí muchas
veces decir de VSI, al cardenal Acquaviva, siendo yo su camarero en Roma”, lo
atestigua.
Uno
de los requisitos para entrar al servicio del rey, en la clase de soldadesca,
era demostrar la limpieza de sangre, para lo cual era requisito indispensable
el correspondiente certificado; he aquí el suyo dado en Madrid:
«Rodrigo
de Cervantes, andante en corte, dijo que Miguel de Cervantes, mi hijo é de doña
Leonor de Cortinas, mi legítima mujer, estante en corte romana, le conviene
probar é averiguar cómo es hijo legítimo mío é de la dicha mi mujer, y que él
ni yo, ni la dicha mi mujer, ni mis padres ni agüelos ni los de la dicha mi
mujer hayan sido ni somos moros, judíos, conversos ni reconciliados por el
Santo Oficio de la Inquisición, ni por otra ninguna justicia de caso de
infamia, antes han sido é somos muy buenos cristianos viejos, limpios de toda
raíz. A. V. M., pido mande hacer información de los testigos que acerca de lo
susodicho presentare, la qual hecha, me la mande dar por testimonio signado,
interponiendo en ella su autoridad é decreto para que valga é haga fe en juicio
y fuera dél: pido justicia é para ello, etcétera.-Rodrigo de Cervantes.- Andrés
de Ozaeta.»
Se
presentó, pues, Cervantes ante la junta de reclutamiento, dando sus datos
personales que ceñidos al formulario al uso, debía rezar en primera página de
su Hoja de Servicios: Miguel de Cervantes Saavedra. Natural: Alcalá de Henares.
Fecha de nacimiento: 29 de septiembre de 1547. Hijo de Rodrigo y Dª Leonor.
Talla: mediana, de porte y esbeltez en su figura. Ojos: alegres y garzos. Pelo:
castaño. Piel: blanca y sonrosada. Frente: ancha y despejada. Boca: sellada con
un rasgo de ironía. Nariz: aguileña, bien proporcionada y curvada.
Y
en este oficio quedó Cervantes, en el que se exigían entre otras ordenanzas que
“en sentado plaza quedó tenido por
honrado: por lo cual debe tener cuidado en su honor, porque en él consiste toda
perfección de este hábito de Soldado [..],
no sea hablador ni arrogante [..], y cuando tuviere ocasión, ofenda de
frente con la espada y no con la lengua” y a los compañeros “por ningún camino
ha de quebrar con ellos, sino tratarlos con toda llaneza, verdad y lealtad de
hermanos”.
Hecha
la filiación, el período de recluta lo pasó en servicio de guarnición,
aprendiendo de los veteranos a ser Soldado, como paje de rodela, o
encargado de llevar las armas del veterano, a los que estuvo adscrito. Así se
ejecutó en el dominio y manejo de sus armas, de los movimientos tácticos y de
las evoluciones precisas en el campo de batalla y recibió la preparación física
que incluía prácticas de salto, natación, equitación y juego de pelota…, porque
era “preciso que el infante no caiga nunca en la ociosidad para que así no
caiga nunca en la pereza".
Cuando
se separó del cardenal Acquaviva, no está muy claro si estuvo formando parte de
la guardia del Papa o como un Soldado español al servicio del Santo Padre, Pio
V, de cualquier modo, en esta situación permanecería aproximadamente un año y medio.
¿Fue
testigo el Soldado Cervantes a la toma de Nicosia, por parte de las fuerzas
otomanas? Parece que así debió ser, formando parte de la fracasada expedición
en auxilio a sus defensores. Sus propias palabras plasmadas en su novela: El
Amante Liberal: “Oh lamentables ruinas de
la desdichada Nicosia, apenas enjutas de la sangre de vuestros valerosos y mal
afortunados defensores” expresa un dolor que sólo siendo testigo, aquel 9
de septiembre de 1570, sería posible.
El
18 de octubre, la carta de Felipe. II a Marco Antonio Colonna, manifestando su
satisfacción porque “en el pasado agosto se le hubiesen reunido en Otranto las
galeras de Andrea Doria,” nos pone de manifiesto que Cervantes durante este
tiempo, siguió las banderas de M. A. Colonna. Cervantes se enorgullece de éste,
su capitán a la hora de su muerte, en 1584: “por
haber seguido algunos años las vencedoras banderas de aquel sol de la milicia,
que ayer nos quitó el cielo delante de los ojos”
A
causa del peligro que suponía en el Mediterráneo, la cada vez más hegemonía del
poder turco, sobre sus aguas por medio de su flota, el 20 de mayo de 1571 se
ultimaba y se publica la Santa Liga, contra él. La formaron el Papa Pío V, la
Señoría de Venecia y el Rey de España y se nombraba generalísimo de todas las
fuerzas reunidas a D. Juan de Austria, hermano de Felipe II.
Cervantes
se incorpora a la expedición de Don Juan de Austria, como Soldado distinguido,
en la compañía del afamado capitán nacido en Guadalajara, Diego de Urbina que
mandaba una de las del Tercio de D. Miguel de Moncada, en la cual se encontraba
destinado aquel 7 de octubre de 1571; desde hacía un año: ”era soldato nella compagnia del capitano Diego de Urbina; e gia era un
anno che il detto Miguel de Cervantes serviva nella detta compagnia..” y
embarcando en La Marquesa, galera
perteneciente a las de Juan Andrea Doria, cuyo capitán o cómitre era Francesco Santi Petri, se había hecho a la
mar partiendo del puerto de Nápoles el 15 de septiembre.
Durante
la travesía en busca de la flota enemiga, Cervantes enfermó, cosa que no era de
extrañar dado la clase de viandas o privilegios de galeras, con las que se
alimentaban aquellos soldados: bizcochos, es decir una dura galleta agusanada y
correosa, por la acción del mar que la hacía agria y la humedecía, bebiendo agua tibia, turbia y
maloliente, comiendo carne de tasajos de cabrones y rancio tocino, de sabor tan
amargo como los vaivenes a que estaba sometida la galera.
“…
estaba malo y con calentura, y le dijeron que pues
estaba enfermo, y con calentura, permaneciese bajo cubierta, probablemente por
consejo del barbero cirujano,
respondiendo con enojo: “en todas las
ocasiones que hasta hoy en día se ha
ofrecido de guerra a S.M., y se me ha mandado, he servido muy bien como
soldado y ansi agora no haré menos aunque esté enfermo e con calentura; más
vale pelear en servicio de Dios e de S.M., e morir por ellos, que no bajarme so
cubierta, e que el capitán le pusiese en la parte o lugar que fuese ms
peligroso y que allí estaría o moriría peleando”
La Marquesa,
que pasó en los últimos momentos a formar parte de las galeras de Agustín
Barbarigo, por táctica de combate, vino a situarse durante la batalla llamada
de Lepanto, en un sitio muy peligroso y tanto fue así que hasta el mismo
capitán Santi Petri perdió la vida, junto a más de cuarenta de sus hombres.
Las
circunstancias y el fragor de la batalla y cuando, aquella galera embistió a
una de las embarcaciones turcas, trajo consigo que en la refriega de disparos,
defendiendo con arrojo el esquife situado al costado de estribor sobre cubierta
y asentada sobre calzos, en compañía de doce arcabuceros que le acompañaban en
esta posición, recibiera Cervantes dos disparos de arcabuz en el pecho, y otro
más en la mano izquierda.
“Y
peleó como valiente soldado, [..], en la dicha batalla, en el lugar del
esquife, ( diap.24) como su capitán lo mandó y le
dio orden, con otros soldados. Y acabada la batalla, como el señor don Juan supo
y entendió cuán bien lo había hecho y peleado el dicho Miguel de Cervantes, le
acrecentó y le dio cuatro ducados más de ventaja.”
La victoria sobre los turcos en Lepanto en contra de lo que
pudiera parecer no llevó consigo la desaparición definitiva de ataques
esporádicos de los berberiscos sobre las naves cristianas; la aparición de
piratas cayendo sobre naves que navegaban por las costas francesas
italianas o españolas continuaban.
Las naves berberiscas,
salían sistemáticamente de la ciudad de Argel que se había convertido en un
refugio inexpugnable de los piratas islámicos, estableciéndose como un centro
comercial que se sustentaba con esclavos, soldados prisioneros, mercancías
robadas y lugar donde se cerraban los tratos para la liberación de los cautivos.
Miguel de Cervantes a bordo de una de las naves de la escuadra
vencedora de Lepanto, el 30 de octubre de 1571, llegaba a Messina; trasladado
al hospital de la ciudad, el Soldado Cervantes, se recuperaría
tanto de sus calenturas malignas, como de las heridas y, poco a poco, fueron los medicamentos devolviéndole la
salud.
Juan
de Austria, cuando visitaba a sus soldados heridos en batalla, se detuvo ante
el lecho de Miguel de Cervantes, y probablemente después de que su capitán
Diego de Urbina le relatase su hazaña, dedicó unos momentos en confortar a su
Soldado y dirigirle palabras de consuelo. Una vez recuperado se incorporaría a
su compañía de Urbina que a la sazón se encontraba invernando en Rijols, en la
Calabria.
En
el cuaderno de gastos secretos y extraordinarios de Don Juan de Austria, hay
una partida del tesorero general de la Armada, en la que consta que en Mesina,
el 23 de enero de 1572, se dio recaudo formal de la libranza de veinte ducados
al soldado Miguel de Cervantes. Del mismo modo con fecha de 17 de marzo del
mismo año y a favor de las personas beneméritas en la batalla del 7 de octubre
de 1571, le fueron librados veintidós escudos.
El orgullo de haber recibido aquellas heridas,
de las que se vanaglorió durante toda su vida y sobre todo de la secuela
quedada en su mano izquierda, no pudo mejor quedar expresado de su propia
pluma, y con el mayor entusiasmo, como en su Epístola a Mateo Vázquez:
Con alta voz de vencedora muestra
Rompiendo el aire claro el son
mostraba
Ser vencedora, la cristiana muestra.
A esta dulce sazón, yo, triste estaba
Con una mano en la espada asida
Y sangre de la otra derramaba.
El pecho mío de profunda herida
Sentía llagado y la siniestra mano
Estaba por mil partes ya rota.
Y
de nuevo, dado su arrojo y audacia,
aunque con la discapacidad que le suponía aquella mano izquierda, fruto de la
herida recibida, volvería con su compañía
a Messina, solicitando al año siguiente con fecha de 29 de abril, la
incorporación en la compañía de D. Manuel Ponce de León; Unidad que estaba
integrada en el Tercio de D. Lope de
Figueroa, participando en varias
campañas: testimonio es una orden a los oficiales de cuenta y razón de la
Armada “para que asienten en sus libros
de cargo a Miguel de Cervantes tres escudos de ventaja al mes, en el tercio de
D. Lope de Figueroa y compañía que le señalaren”, al parecer la de D.
Manuel Ponce de León.
El
6 de julio, sale de Messina para Corfú la escuadra de la Liga, bajo el mando
supremo de Marco Antonio Colonna, a proseguir la guerra contra los turcos.
Llevaba Colonna 18 galeras españolas; y, en el mismo mes, se le unieron, en el
cabo de Santa María, otras cuatro, desprendidas de las galeras de Nápoles, que
mandaba- el marqués de Santa Cruz. En una de ellas iba Cervantes, según indica
él mismo, en la novela del Cautivo, en el Quijote, al asegurar, que tomó parte
en estas expediciones: en agosto llega a
Corfú interviniendo en su conquista, así como en la de Navarino y Modón.
A
la captura de la galera La Presa,
llevada a cabo por el marqués de Santa Cruz, hecho ocurrido el 7 de octubre,
parece haber también concurrido el Soldado Cervantes, a juzgar por el calor con
que se expresa sobre este hecho, en el episodio del Cautivo, en el Quijote: “Halléme el segundo año que fue el de
setenta y dos, en Navarino, bogando en la Capitana de los tres fanales. Vi y
noté la ocasión que allí se perdió de no coger en el puerto toda la armada
turquesca. [..] En efecto, el Uchalí se recogió a Modón que es una isla que
está junto a Navarino…”
A
primeros del año de 1573, el Soldado Cervantes se encontraba en Nápoles pues en
11 de febrero “en dicho día se ordenó a
los oficiales de la Armada que libren a Miguel de Cervantes, Soldado de la
compañía de D. Manuel Ponce de León, diez escudos, a buena cuenta de lo que se
le debe.” y en 6 de marzo “se ordenó a los mismos que libren a Miguel
de Cervantes, Soldado de D. Manuel Ponce de León, veinte escudos que pretende
se le deben; constando ser así, se le den los recaudos necesarios para la
cobranza dellos.”
Del
puerto de Nápoles salió el primero de agosto, con la mayor parte de la flota y
la infantería italiana y española; entre esta embarcó la compañía de Ponce de
león con el Soldado Cervantes rumbo a Mesina, Trapani y Palermo, en busca del
resto de la expedición.
El
24 de septiembre una vez reunida la expedición contra Túnez, sale de Palermo,
al mando de D. Juan de Austria. En sus
galeras iban 20.000 soldados; el tercio de Lope de Figueroa al cual pertenecía
Cervantes, llegando a Túnez a principios
de octubre; se tomó la ciudad, y al cabo de un mes se volvería a Palermo. El
Soldado Miguel de Cervantes desde luego, asistió a esta expedición, como él
mismo dice en sus memoriales y en el de su padre, en 1578.
De
Palermo pasaron las compañías del tercio de Lope de Figueroa a la isla de Cerdeña, y ya en 1574, a Génova,
para apaciguar las perturbaciones de esta república. Se ordenaba en febrero y
en marzo, a los oficiales de la Armada que se le librasen treinta escudos por
una parte y treinta escudos por otra, que se le debían.
Después
de la excursión a Génova, volvió Cervantes a Nápoles con el Tercio de Lope de
Figueroa que salía antes de un mes para socorrer la Goleta, aunque sin
resultados, regresando a Nápoles en octubre. El 15 de noviembre, residía en
Palermo, lo atestigua un libramiento a su favor de 25 escudos de a 10 reales
castellanos, “los cuales le mandó pagar a
buena cuenta de lo que se le debía, el señor Duque de Sessa. Fecha en Palermo a
15 de Noviembre de 1574.” Muy poco después volvió a Nápoles.
Durante estos años de 1573 y 1574, los
periodos entre combates los pasaría en los cuarteles de invierno de Messina
Sicilia, Palermo y Nápoles, siendo considerado Miguel de Cervantes como
“soldado aventajado”.
Se propuso conseguir entonces una situación social y económica
más elevada dentro de la milicia, mediante su promoción, para lo cual obtuvo
dos cartas de recomendación, ante Felipe II
y firmadas por Juan de Austria y por el virrey de
Nápoles, en las que se certificaba su valiente actuación en la batalla de
Lepanto.
El
20 de septiembre, sale de Nápoles Cervantes para España, embarcado en la galera
El Sol, perteneciente a la
escuadrilla que mandaba D. Sancho de Leiva, sin embargo la entrada en combate
de las tres naves ante el ataque cuando
costeaban la Provenza y ya casi cuando se avistaba Marsella, hizo que El
Sol que iba más adelantada, quedara aislada de la flotilla, aquel 26 de
septiembre, cayendo en manos de los piratas berberiscos que navegaban por estas
aguas, siendo apresado Cervantes, junto a su hermano y conducidos como
prisioneros del bereber y corsario Arnaute Mamí y llevados a Argel.
Llevaba consigo Cervantes expresivas cartas de recomendación para
el Rey, de su hermano D. Juan, pidiéndole le concediese una compañía de las que
se formasen para Italia, por ser hombre de mérito. Otra del Duque de Sessa D.
Carlos de Aragón, Virrey de Sicilia, en la que escribía a Felipe II, abogando
por el valeroso Soldado de Lepanto. Cartas que le fueron incautadas, por las
cuales se fijó su rescate en 500 escudos de oro.
Eran rescates pactados, aunque con ventaja para los raptores, como
norma general, el proceso se iniciaba por medio de un primer contacto con la
familia del cautivo que se llevaba a cabo por uno de los liberados con
anterioridad, por medio de moriscos afincados en España o mercaderes comprados
por los islamistas que certificaban que su familiar, efectivamente estaba
prisionero en Argel. Al mismo tiempo que les comunicaban cuales debían de ser
los pasos a seguir para su liberación.
Los argelinos naturalmente tenían sus preferencias de rescate.
Eran los cautivos más pudientes de los que podían sacar más beneficios, es
decir jerarcas del clero, judíos ricos, mercaderes importantes, miembros de familias
acomodadas y soldados de fortuna, como sucedía con Miguel de Cervantes, al que
así creyeron al interceptarle las cartas que llevaba consigo. No solamente era
pagadero el rescate por medio de dinero pues, a veces se llevaba a cabo un
intercambio de prisioneros.
Servían de intermediarios principalmente los miembros de la Orden
de los Trinitarios y Mercedarios, de
cofradías, fundaciones o tripulaciones de navíos mercantiles que con frecuencia atracaban en el puerto de Argel.
Es obvio que para los menos pudientes la libertad la veían más
lejana. Los cautivos de estas características que eran los más, pasaban muchos
años sometidos en los baños de Argel,
como esclavos, como galeotes en sus naves o peor, encerrados en prisiones
inmundas y hacinados. Entre ellos se producían muchas enfermedades y muertes,
bien por esas circunstancias a las que había que añadir las producidas en los encuentros bélicos, un motivo más de
los islamitas para incrementar sus ataques y reponer las bajas habidas, con
nuevas capturas.
Pues bien vendido como esclavo, Cervantes quedó sometido a sus
compradores: Dalí - Mamí y el rey Hazán, con la potestad de disponer de su vida
y de su muerte, encerrado en aquellas
cuevas inmundas de Argel, cargado de cadenas, sometido a trabajos forzados, y
mientras sus compañeros de cautiverio solamente podían pensar en su libertad si
pagaban por su rescate, el indómito Cervantes, cumpliendo con el primer
artículo de un Soldado, cuando cae prisionero del enemigo, que es pensar en su
fuga, lo intentaría a lo largo de los años de su cautiverio, por cuatro veces.
Por primera vez a mediados
de 1576, dado su audacia y arrojo, nuestro Ilustre soldado en compañía de su hermano Rodrigo,
consiguió sobornar a un soldado argelino para que les guiara por tierra hasta
Orán que distaba cuatrocientos kilómetros, a su huida se les habían agregado
soldados cautivos de la Goleta pero cuando en ello estaban, el sobornado los
abandonó, quedando truncada la operación siendo de nuevo conducido a Argel
donde ante el rey se constituyó como principal instigador del intento.
En 1577 se intenta, mediante el rescate pactado con su familia por
el que se exigía una cierta cantidad de
dinero y que los berberíscos, consideraron después que era insuficiente, por lo
que nuestro insigne soldado, haciendo gala de su nobleza y gallardía
renunciaría en favor de su hermano Rodrigo, consiguiendo éste su liberación.
Pero en su mente estaba la idea de fugarse a cualquier precio y no
cejaba en su empeño por lo que antes de que partiera la expedición de rescate
hacia la península, pudo contactar con ellos a fin de que le facilitaran una
galera con la que huir, en unión de
otros cautivos. Huyó de Argel en aquella compañía y se refugiaron en una cueva,
mientras esperaban la llegada de aquella galera, a donde les había dirigido un
cristiano. La fatalidad hizo que este colaborador fuese de nuevo un
traidor. Descubierta la galera antes de
llegar a recoger a los refugiados en la cueva, se fue al traste dicho intento.
El rey de Argel, Hazán, le condenó a recibir mil palos, hecho que
por arte de birlibirloque y de la predisposición y valentía de Cervantes, no
sufrió al hacerse de nuevo responsable único de la tentativa.
Debido a su constancia y voluntad de vencer, la tercera vez lo
intentaría de nuevo, en 1578., enviando un emisario al general de Orán. Martín
de Córdoba, a fin de que le enviase un espía o varios para que le facilitasen
la huida. Fue otro fracaso al ser aquél interceptado.
En 1579 fue el último intento,
tras convencer a un mercader valenciano, El plan llegó a oídos del rey
de Argel Hazán Bajá por uno de los prisioneros conocedor de los proyectos de fuga de Cervantes, que
buscaba ser recompensado. Acusado Miguel de Cervantes de urdir el nuevo
plan de fuga, se erigió como único responsable.
En esta ocasión y viendo la persistencia de este Soldado decidió Hazán
trasladarlo a Constantinopla.
Fue la Orden de los Trinitarios,
cuando mediante una campaña de
redención de cautivos, llevaría a la liberación definitiva de este insigne militar. La Orden tras
obtener el permiso de Felipe II, pone en marcha la campaña mediante la recogida
de fondos, para obtener los rescates. Unos fondos a los que se unieron las
cantidades aportadas por la madre de Miguel de Cervantes, como de por su hermana Andrea. La expedición se trasladó a
Argel y se presentó ante el Rey Hazán que después de estudiar las propuestas,
consintió en que fuese liberado. Fue uno
de los últimos cautivos en ser rescatado.
“En la ciudad
de Argel a 19 días del mes de Septiembre de 1580, en presencia de mí el dicho
notario, el M. R. P. Fr. Juan Gil, Redentor susodicho, rescató a Miguel de
Cervantes, natural de Alcalá de Henares, de edad de 31 años, hijo de Rodrigo de
Cervantes y de doña Leonor de Cortinas, vecino de la villa de Madrid, mediano
de cuerpo, bien barbado, estropeado del brazo y mano izquierda, cautivo en la
galera del Sol, yendo de Nápoles a España, donde estuvo mucho tiempo en
servicio de S. M., perdiose a 26 de Septiembre del año de 1575; estaba en poder
de Azán Baxá Rey, y costó su rescate 500 ducados de oro de España,….”
El 24 de octubre, embarca
en Argel y en noviembre, llegaba
a Denia, para luego trasladarse a Valencia. Ya
en Madrid, partió de nuevo el 21 de mayo de 1581 a Orán, con el fin de cumplir
una misión reservada, por encargo del rey Felipe II, y de la que se tiene vagas
referencias. Estaba ya de vuelta el 26 de junio en Cartagena, “donde presentó Real cédula por otros 50
ducados, librados a cargo de Juan Fernández de Espinosa, pagador de las
armadas, que se le entregaron.”
Tanto
Miguel como su hermano Rodrigo, pasarían a prestar sus servicios a Portugal y a
las Islas Terceras; él mismo afirma. “Señor:
Miguel de Cervantes Saavedra dice que ha servido a V.M., muchos años en las
jornadas de mar y tierra [..] y después
de libertados fueron a servir a V.M., en el reino de Portugal y a las Terceras
con el Marqués de Santa Cruz y agora al presente [..] Miguel de Cervantes fue el que trajo las cartas y avisos del
Alcalde de Mostagán y fue a Orán por orden de V.M., y después ha asistido
sirviendo en Sevilla en negocios de la armada, por orden de Antonio de
Guevara…” Se consumía en julio del
año 1583, con ocasión de la segunda victoria en la expedición del Marqués de
Santa Cruz a las islas Azores, la vida militar de la que tenemos conocimiento
hasta este momento del ilustre Soldado.
Hace
cuatrocientos años, falleció el 22 de abril de 1616 a los 68 años y según su
propio deseo fue enterrado en la
iglesia del convento de las Trinitarias
Descalzas, agradecido por haber sido esta Orden
de los Trinitarios, por medio del
fraile Juan Gil el que después de cinco años y medio de cautiverio les
devolviera a la libertad, cuando él y su
hermano se encontraban cautivos en Argel.
Con
tan honrosa Hoja de Servicios, nos dice Armiñan en su obra “Hoja de Servicios”,
es lamentable que como tantos valerosos españoles anónimos de las batallas, no
se viera recompensado, a pesar incluso, de los testimonios de los alféreces
Santiesteban y Castañeda, que dieron constancia, como testigos presenciales del
comportamiento valeroso de Cervantes ante el enemigo.
Del
más glorioso Soldado español paladín de la lealtad, ejemplo de caballerosidad,
del cumplimiento del deber, espíritu de sacrificio hoy conocido en el mundo
entero, aunque es mucho el poso dejado con su espíritu a los jóvenes españoles
por generaciones, hubiera merecido en su tiempo propuestas acordes a las de un
héroe, para que pudiera haber ostentado en su pecho como Soldado, las honras
propias de aquella y universalmente conocida hazaña.
Por
último, el día 28 de Noviembre de 2016, mediante un
acto celebrado en la Escuela de Guerra, en Madrid, cuyo colofón fue la
interpretación del Himno Nacional, fue nombrado Primer
Socio de Honor de la Asociación Española de Militares Escritores. AEME, siendo
como es Coronel Honorífico del Benemérito Cuerpo de Mutilados de Guerra por la
Patria, un honor y distinción extraordinaria para el benemérito Cuerpo,
considerado como el más ilustre
mutilado, glorioso e inmortal genio de las letras españolas, herido en el
combate naval de Lepanto y cuyo retrato o escultura, ocupa y ocupará puesto
preeminente en las dependencias del mismo.
Bibliografía:
ARMIÑÁN,
LUIS. Hoja de Servicios del Soldado Miguel de Cervantes
Saavedra. Espejo doctrinal de Infantes y caballeros. Eds. Españolas S.A.
Almagro 40. Madrid 1941.
CANO DE LA PEÑA.EDUARDO. Ilustración. Óleo Sobre
lienzo: Cervantes y Don Juan de Austria.
Museo del Prado. Madrid
COTARELO
Y MORI. EMILIO. Efemérides cervantinas o
sea resumen cronológico de la vida de Miguel
de Cervantes Saavedra. Tipografía de la “Revista de archivos”.
Madrid. 1905.
ISABEL
SÁNCHEZ. JOSE LUIS. Cautiverio de
Cervantes en Argel. Revista Ejército nº 908. Noviembre 2016.
MAYANS.
GREGORIO. Vida de Miguel de Cervantes.
Madrid 1750
PENNA.
MARIO. “El lugar del esquife”, Ed.
GRAFICA & C, di Salvi. Perugia.