ESCRITOS DE ASTURQUÍN
La Cueva de Los Casares
Mi encuentro con nuestros antepasados, se produjo ante sus manifestaciones artísticas, plasmadas en el interior de la Cueva prehistórica de los Casares. Alli las mujeres, a tenor de los grabados, dejaron testimonio de sus sentimientos, aunque no es facil admitirlo, pues, son muchas las voces que comulgan con la idea machista, de que todo lo que nos han legado nuestros antepasados, es obra exclusiva de la mano del hombre.
La mujer del homo erectus, por mas señas el conocido anteneandertal, que habitó el lugar, vivía en grupos muy reducidos, la cueva no era tan grande como para poder soportar muchos miembros de una comunidad, pero si lo suficiente, para albergar a parientes que tenían varias mujeres, que les daban hijos y que colaborasen en la caza y en la supervivencia.
El problema estaba en la consanguinidad, muchos niños recien nacidos morian, bien por estas razones, bien por partos anormales, motivos climáticos u enfermedades desconocidas en aquellos tiempos. ¿Quienes sufrían estas calamidades?. Naturalmente, las mujeres, que eran las que padecían los dolores y, veían como se malograban sus retoños. Ellas, en las esperas de la llegada de los hombres, que permanecian largo tiempo en busca de los grandes animales en los cazaderos, se amparaban alrededor del fuego de sus hogares cavernícolas, y se consolaban implorando, para que sus partos estuviesen protegidos por los buenos espiritus, de aquellos animales que parían con tanta facilidad y no tenían complicaciones.
Y, ¿Quén podía estar mas sensibilizadas con el tema de la importancia de la pareja o de la procreación?. Solamente ellas podían haber sido las que grabaran en las paredes, en aquellas largas horas de ausencia, las alusiones rupestres, al tema de la procreación y de la fecundidad.
La mujer estaba muy preocupada con el tema del sexo, pero no tal como se entiende en nuestra civilización, para el hombre primitivo la desnudez y la relación hombre mujer, no era un tema tabú, se mostraba en aquellos tiempos con la naturalidad que lo hacían el resto de los animales. Tenían muy claro la relación causa-efecto de los nacimientos.
Aparte de los grabados del gran panel, de distintos animales y peces formando una circunferencia, símbolo de fuente de alimentación, la cueva en algún momento daba frente a una gran zona lacustre hoy desaparecida, donde pescaban seguramente en algunos momentos de utilización de la misma, con algun tipo de embarcación rudimentaria, como se constata, en las pocas pinturas que existen en ella, se pueden ver escenas relativas a la procreación y a la maternidad.
En las escenas de la hierogamia, que en la actualidad se pueden observar en sentido inverso al orden lógico, ya que la cueva tenía otra entrada, desde donde se iniciaban los ritos mágicos para protegerse contra los malos espiritus, llama la atención la mujer embarazada y adosada al vientre de una yegua.
La figura femenina, aparece además con la representación de un pequeño antropomorfo en su interior, la simbología de la yegua como animal sagrado para aquellas gentes, parece evidente. Entonces ya estaba domesticada y conocían muy bien su ciclo reproductor, se valía por si misma y el potrillo, nada mas nacer, seguía a su madre, esta fuerza reproductora del animal es la que espera recibir, la mujer, extrayendo la fuerza del vientre del animal, en el momento del parto y, traer a su hijo sin problemas.
Esta sensibilidad femenina inteligente de la mujer primitiva, me hace suponer que ya tenían un dominio matriarcal dentro de su entorno.
En la fotografía, a la entrada de la cueva, en compañía del guía: Emilio Moreno, Luis: compañero de estudios, y de "Espinete".
La mujer del homo erectus, por mas señas el conocido anteneandertal, que habitó el lugar, vivía en grupos muy reducidos, la cueva no era tan grande como para poder soportar muchos miembros de una comunidad, pero si lo suficiente, para albergar a parientes que tenían varias mujeres, que les daban hijos y que colaborasen en la caza y en la supervivencia.
El problema estaba en la consanguinidad, muchos niños recien nacidos morian, bien por estas razones, bien por partos anormales, motivos climáticos u enfermedades desconocidas en aquellos tiempos. ¿Quienes sufrían estas calamidades?. Naturalmente, las mujeres, que eran las que padecían los dolores y, veían como se malograban sus retoños. Ellas, en las esperas de la llegada de los hombres, que permanecian largo tiempo en busca de los grandes animales en los cazaderos, se amparaban alrededor del fuego de sus hogares cavernícolas, y se consolaban implorando, para que sus partos estuviesen protegidos por los buenos espiritus, de aquellos animales que parían con tanta facilidad y no tenían complicaciones.
Y, ¿Quén podía estar mas sensibilizadas con el tema de la importancia de la pareja o de la procreación?. Solamente ellas podían haber sido las que grabaran en las paredes, en aquellas largas horas de ausencia, las alusiones rupestres, al tema de la procreación y de la fecundidad.
La mujer estaba muy preocupada con el tema del sexo, pero no tal como se entiende en nuestra civilización, para el hombre primitivo la desnudez y la relación hombre mujer, no era un tema tabú, se mostraba en aquellos tiempos con la naturalidad que lo hacían el resto de los animales. Tenían muy claro la relación causa-efecto de los nacimientos.
Aparte de los grabados del gran panel, de distintos animales y peces formando una circunferencia, símbolo de fuente de alimentación, la cueva en algún momento daba frente a una gran zona lacustre hoy desaparecida, donde pescaban seguramente en algunos momentos de utilización de la misma, con algun tipo de embarcación rudimentaria, como se constata, en las pocas pinturas que existen en ella, se pueden ver escenas relativas a la procreación y a la maternidad.
En las escenas de la hierogamia, que en la actualidad se pueden observar en sentido inverso al orden lógico, ya que la cueva tenía otra entrada, desde donde se iniciaban los ritos mágicos para protegerse contra los malos espiritus, llama la atención la mujer embarazada y adosada al vientre de una yegua.
La figura femenina, aparece además con la representación de un pequeño antropomorfo en su interior, la simbología de la yegua como animal sagrado para aquellas gentes, parece evidente. Entonces ya estaba domesticada y conocían muy bien su ciclo reproductor, se valía por si misma y el potrillo, nada mas nacer, seguía a su madre, esta fuerza reproductora del animal es la que espera recibir, la mujer, extrayendo la fuerza del vientre del animal, en el momento del parto y, traer a su hijo sin problemas.
Esta sensibilidad femenina inteligente de la mujer primitiva, me hace suponer que ya tenían un dominio matriarcal dentro de su entorno.
En la fotografía, a la entrada de la cueva, en compañía del guía: Emilio Moreno, Luis: compañero de estudios, y de "Espinete".
No comments:
Post a Comment