Asturquín
Sonríe siempre, aún en la amargura; soluciona tus temores, vinieran de donde vinieran, y piensa que si fueron muchos y los desechaste vendrán otros. La sonrisa, es la manera de tender puentes entre orillas opuestas, y pasar sobre ellos suavemente, con paso firme aunque sientas, que aparentemente, te tiemblen las piernas, ella te dará la fuerza interior para cruzar de alguna manera.
No importa lo que piensen los demás, seguro no es lo que piensas tú; tu razón es la mejor, la verdadera, no dejes que te confundan, muchos queriendo o sin querer lo intentarán, sigue firme adelante. No importa que tu sonrisa no logre en el otro respuesta, te mire con menosprecio, o te ponga mala cara, tu corazón te dará la respuesta a las dudas que te infundan.
Y cuando, ya sólo, la desazón te invada, cuando no obtuviste el apoyo que demandabas de alguien que te tendiera la mano, piensa que dentro de ti estas tú, que eres tu mejor amigo, recurre a él y solicítale la ayuda que a buen seguro te la dará, pero antes, ofrece ante el espejo tu mejor sonrisa, verás la recompensa.
En ti está el triunfo, piensa que los demás tienen que cruzar los mismos puentes, recorrer los mismos caminos, pasar bajo la sombra de los mismos árboles; defiéndete pues, con las mejores armas que adornan tu corazón y llegar con honor a la meta, con ellas bien asentadas estimularán la sonrisa y confundirán a quien no las tuviera bruñidas.
Con el tuyo, encontraras otros de virtudes gemelas, otros que las emplean de igual modo, y encontrarás amigos verdaderos que te llaman por tu nombre, que no te vuelven la espalda cuando se cruzan en el puente. Amigos que no esperan que el primer saludo sea el tuyo, amigos que te llaman a su lado.
Es la mejor postura cuando pasas los prados de la vida; te haces bien, y haces bien a quien esta también a tu lado, es el lado de los que te quieren, de los que te rodean. Ten en cuenta que cuando tienes igual respuesta, encuentras el primer eslabón de la cadena que une dos corazones, manténla bien unida y no dejes que se rompa. Pues son las mismas que unen, a quien siente nuestro dolor cuando nos sentimos enfermos, cuando los puentes son muy largos y penosos; son las de los que nos tienden la mano cuando desfallecemos, son en suma, las de quienes nos guardan.
Pero hay aún más, a todos aquellos que no alcancen a que te sientas comprendido, a aquellos que aunque si la tengan comprensión, no lo demuestren, a todos aquellos que se la guarden y a cuantos miran a otro lado, cuando tu vuelo sea bajo, ofréceles también, aún a riesgo, las armas de tu corazón, te sentirás más tranquilo.
Es la sonrisa que yo vi en aquellos, mis amigos verdaderos que hoy están lejos de aquí, cuando atravesaban su último puente, a los que desde aquí pido perdón por no llegar a entenderla, ofrecida en aquel instante, en su última mirada. Ellos me hicieron mas hombre.
Asturquín
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