Thursday, March 20, 2008

RUINAS DE UNA ERMITA
en el Municipio de Tres Cantos

Asturquin

En las márgenes del arroyo del Bodonal, en la primera mitad del siglo XX, se levantó adosada a las casas de la Vega del Registrador, una ermita. Como consecuencia del abandono de esta finca en el último tercio del mismo, se inició su deterioro junto a las grandes bodegas de donde se extraía uno de los mejores vinos que se producían en Madrid, y cuyas tinajas aún llegué a ver levantadas.
Llama la atención sus ruinas, y sobre todo, las de su frontispicio hoy caídos sus bloques de granito, diseminados sobre el terreno.
Los canteros de Colmenar que llevaron a cabo el trabajo de sillería, lo hicieron con sumo cuidado y a buen seguro que la fachada de esta ermita poseía una atracción especial en el entorno, donde el ladrillo visto y la piedra conjugaban el conjunto.
Se trataba de una pequeña nave de planta rectangular, de seis metros de ancho por once de largo y una altura de cinco metros en sus muros laterales, sin ninguna ventana al exterior, salvo la que formaba parte de la fachada. Hoy podemos ver aún levantada, una de las esquinas formada por perfectos sillares de iguales dimensiones, perfectamente encastrados, la del lado opuesto cayeron hacia delante, donde permanecen.
En estas dos esquinas, en mampostería de primera, que conformaban los extremos del frontispicio, se aprecian ocho sillares, montados a soga y a tizón diatónico, observándose un ajuste perfecto de unos y otros, y que labrados por las seis caras, logran que se asienten a hueso todos ellos. De ahí que no estén engarzadas con ninguna clase de mortero, asentándose por si solas, aunque si lo hicieran para unirlas a los muros anexos.
El sillar inferior, que soporta toda la carga, hace las funciones de zócalo, mientras el sillar que las corona, se presenta moldeado en su parte externa, formando una cornisa volada sobre la fachada.
Una fachada que presentaba dos huecos. El de la puerta de acceso y el de la ventana lateral, con recercados en piedra tanto del dintel como de las jambas; en los de la ventana, se aprecian las hendiduras donde iban encastrados los marcos de las ventanas, que a su vez albergaban los marcos que sujetaban el cristal.
Por encima del dintel de la puerta, se apoyaba los sillares moldeados y volados que daban continuidad a los que coronaban las esquinas. La nave se cerraba con un entablamento de madera y cubierta de tejas, a dos aguas.
Su estilo no se sujeta a ningún orden arquitectónico clásico, pero es evidente la importancia de su fachada. El mérito corresponde a los canteros de Colmenar que lograron unas piezas dignas de permanecer. No permitir que terminen expoliadas por separado, en manos de quien no tenga la sensibilidad de apreciar la calidad de la obra bien realizada, es uno de los motivos de este trabajo.
Su frontispicio, debía de figurar en el patrimonio artístico y arquitectónico del Municipio de Tres Cantos, como testimonio y homenaje a los canteros colmenareños.
En este estado estaban los restos de la ermita ya en 1997, cuando escribí un artículo en la revista de información local DELTA, enviado a su redacción alertando sobre el peligro que entrañaba su desaparición total a manos del expolio y que consiguió que el director del Grupo literario ENCUENTROS, Don Bartolomé Pinar, se interesara y que sembrara la inquietud entre algunos vecinos, como es el caso del el Sr. Manolo Suarez que publicó una poesia acerca de "si es posible, conveniente o necesario que en Tres Cantos haya ermita y campanario" al cual desde aquí expreso mi agrdecimiento al publicar una nota al pie en la que decía:" Expreso mi reconocimiento a M. Mayorga Noval que en la Revista DELTA, nos invitó a poner la atención en la necesidad de recuperar los escasos restos históricos de Tres Cantos, muy especialmente, "los de la única ermita que existió en este Municipio, de principios de siglo, en lo que se llama La Vega del Registrador, muy cerca de Soto de Viñuelas."
Quizás otro capítulo corresponda a la investigación de su pasado histórico, momentos en que sirviendo de lugar de encuentro de lugareños, acudían a celebrar la misa, y rezar sus oraciones, así como el nombre con la que se conocía. FIN

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