EL PETROLEO QUE NOS PERTENECE
Asturquin
El Gobierno de Franco, en 1958, aprobó
una ley de prospecciones petrolíferas en el Sahara Occidental,
llevándose a cabo diversos estudios que dieron a conocer la
existencia de importantes reservas. Desde entonces a esta parte
fueron estas reservas de petroleo de la plataforma continental
española, motivo de encontrados intereses. Ahora de nuevo están de
actualidad, y de nuevo nuestra Nación sigue sin disponer de sus
propiedades y por ende de sus recursos naturales que jurídicamente
le pertenecen. Es evidente que si no se actúa con la diligencia
necesaria, nos pueden llevar a situaciones que se alargan en el
tiempo, generando nuevos conflictos.
En este juego, una vez más, se
intentará mirar de soslayo los intereses del pueblo saharaui, cuando
de nuevo el reino de Marruecos interfiere en los nuestros, gracias a
nuestras debilidades institucionales que esperemos tenga algún día
su fin, y lo mas grave del caso es que esta interferencia ha
obligado, a través de los años, a que nuestros políticos sigan
haciendo mutis por el foro.
Porque de nuevo dudaremos en explotar
estos recursos que se encuentran dentro de los límites de las aguas
jurisdiccionales españolas, en la plataforma continental canaria de
la isla de Lanzarote, en la costa marroquí pero también de la costa
occidental del antiguo Sahara Español y no de Marruecos como el rey
alauí quiere imponer, con su fuerza a la gibraltareña, sobre el
pueblo saharaui, único soberano sobre estos territorios que
comparten parte de esta plataforma con España.
Según la Convención sobre el Derecho
del Mar de Montego Bay de 1.982, España tiene jurisdicción sobre
las aguas en doce millas alrededor de sus costas, e igualmente la
incorporación de las 200 millas de la Zona Económica Exclusiva nos
pertenecen.
Dice ahora nuestro Gobierno que esta a
favor de permitir exploraciones petrolíferas en aguas de Canarias y
continua diciendo “que no se va a oponer a que haya exploraciones”
y que “tratará de alcanzar un consenso entre las partes
involucradas”. Así debe ser, pero si no queremos continuar en el
mismo estado de cosas, abordemos de una vez la delimitación de las
aguas entre las Canarias y Marruecos, así como las correspondientes
a las costas saharauis, ante las Naciones Unidas, es inaudito que
parte de las aguas canarias y del Sahara Occidental, sean de facto en
la actualidad aguas marroquíes.
Si la falta de decisión sigue estando
presente en la explotación de nuestros propios recursos, a pesar de
ampararnos el derecho internacional, estaremos dando pábulo al reino
alauí a cabalgar sobre una ambigüedad que le favorece y que como en
esta ocasión tilda nuestra iniciativa de “acto unilateral,
discutible y hostil” y que “atenta contra los derechos inherentes
a la soberanía marroquí”. ¿Hasta cuando Catilina? Habremos de
contar necesariamente con la participación de la República Árabe
Saharaui Democrática ya que parte de nuestras aguas lindan con
territorio saharaui.FIN
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