CONFERENCIA
COMPLETA DE LA SÍNTESIS IMPARTIDA EN LA BASE DE EL GOLOSO EL
9
de septiembre de 2010
Mi
general.
Buenos días.
Antes
de iniciar esta conferencia quiero expresarte mi agradecimiento por
haberme animado a exponerla. Hace algo mas de dos año me presenté
a ti cuando estabas al mando del Regimiento de Infantería Príncipe
Nº. 3, como Coronel Jefe del mismo y cuya Bandera ostenta tres
laureadas de San Fernando, para ofrecerte el trabajo que había
realizado sobre la biografía de uno de los héroes, con motivo de
cumplirse el Centenario de su muerte; fruto de aquello fue su
publicación a primeros de este año, por el Ministerio de Defensa,
bajo el titulo: “El Cabo Noval. En el Centenario de la Campaña de
1909”.
Como
historiador he recogido con rigor las crónicas de aquellos años,
relativas a la hazaña protagonizada por tan insigne soldado y con el
mismo rigor la sintetizo en este discurso. Con ello no hago más que
enaltecer a los héroes, pues pocas cosas se han de presentar en que,
con más justicia, se ensalce los nombres de los que ofrecieron en
holocausto, su vida por la Patria.
El
hecho de estar aquí, entre mis antiguos compañeros de Armas, me
llena de orgullo y siento una emoción especial tan solo el pisar, de
nuevo, el suelo de esta Base, donde dejé buena parte de mi vida y
me llena de recuerdos inolvidables.
Los actos heroicos: El cabo Noval.
Héroes y heroínas.
Al
pronunciar estos vocablos, inmediatamente nos lleva a hacer una
reflexión interior de su significado, y también a nuestra mente
acude la idealización del hombre o mujer que ha protagonizado una
acción, fuera de las comunes y ordinarias, en el devenir diario de
nuestra existencia. Los individuos de una colectividad, impresionados
por este hecho elevan al hacedor de estas singulares acciones, a una
categoría que, en apariencia, solamente esta al alcance de unos
pocos.
Podemos
encontrar distintas acepciones definitorias, aunque todas ellas son
consecuencia de un pensamiento común entre los individuos de una
misma sociedad. Veamos unos ejemplos que nos muestra la Real Academia
Española de la Lengua:
- Es la persona admirada
por sus hazañas y virtudes. Por lo general es el héroe de la
juventud.
- El personaje principal
de un texto literario o una trama cinematográfica; de gran impacto
emotivo.
- El hijo de un dios y de
un ser humano, v.g. Hércules.
- Por último son las
personas que llevan a cabo una acción heroica. Los soldados son
héroes cotidianos.
Podemos
preguntarnos por cada una de ellas y comprender porqué los
intelectuales llegaron a estas conclusiones o, al menos tratar
socavar en sus pensamientos.
En la mente de
todos esta fijada la hazaña protagonizada por nuestros veinte y tres
compatriotas de la Selección Española de Fútbol. Ellos, al
proclamarse campeones del Mundo, a lo largo y ancho de nuestra
Patria, emulando los mejores tiempos de los vencedores griegos
olímpicos a los que consideraron como héroes del Olimpo, fueron
protagonistas admirados, al señorear la Bandera de España, a donde
llegaron las imágenes de su victoria que todos hicimos nuestra.
A
nadie escapa la admiración que sentimos por todo aquel que sobresale
de un grupo determinado. ¿Quien no visto u oído hablar de las
personas que salvan de su caída a un niño que accidentalmente cae
de una ventana o balcón y le ha salvado la vida con peligro de la
suya? ¿Quién no ha visto u oído de quien salva de perecer ahogado
a otra persona? Son numerosos las acciones que conocemos a lo largo
de nuestra existencia. Los conocemos generalmente a través de los
medios de comunicación y generalmente son premiadas estas acciones,
quedando constancia de ellas para las generaciones venideras.
Y....,
atravesando la Historia de España. ¿Quien no ha oído hablar de
Rodrigo Díaz de Vivar? El Cid, cuyas hazañas trascienden allende
nuestras fronteras.
En
las sociedades, existen instituciones que por su especial
preparación y riesgo en el que hacer diario, asumen mayores peligros
en situaciones adversas como es el caso de las Fuerzas Armadas,
principalmente por las misiones que se les asigna, en teatros de
operaciones hostiles.
Y
es, entre los componentes de ellas, donde se da el mayor número de
acciones heroicas por las circunstancias especiales e irregulares, en
que muchas veces se ven comprometidos. Son acciones heroicas
cotidianas la protección mutua de las acciones enemigos sobre
nuestros propios compañeros, a los que no abandonamos nunca. Esta
protección, asumida con la garantía de la nobleza de espíritu, sin
pedir nada a cambio, llega a veces a circunstancias extremas, a veces
hasta más allá del cumplimiento del deber y es entonces cuando el
hecho trasciende y nace el héroe de leyenda. Por lo general son en
los actos bélicos donde alcanzan su máxima expresión.
Pero
no debemos confundirnos, no son solamente héroes o heroínas los
individuos que reciben condecoraciones y reconocimientos por parte de
las autoridades, es decir aquellas acciones que trascienden. Tenemos
que tener muy en cuenta que las acciones heroicas están dentro del
espíritu del individuo y generalmente muchas de ellas pasan
desapercibidas para la comunidad y no van más allá del conocimiento
de su propia persona; provienen del alma y por lo tanto son las que
proporcionan mayor estímulo al propio individuo. Son aquellas
acciones nobles que los hombres y mujeres se imponen así mismo,
incluso a riesgo que no se puedan comprender sus actuaciones, con las
consecuencias adversas que con sus interpretaciones puedan derivarse.
Este riesgo consciente es precisamente el que da lugar al hecho
extraordinario que solamente conoce el propio individuo y
precisamente el que le ofrece su mayor autoestima.
Es la pre
disposición al heroísmo, reflejo de los pensamientos nobles que
guarda celosamente el individuo y que le estimula constantemente a
hacer el bien, sin esperar nada a cambio. Intrínsecamente unidos a
él estos subconscientes y nobles pensamientos, surgen
espontáneamente como un volcán cuando pone a disposición de los
demás su mas preciado tesoro: su propia vida que desprecia, a
sabiendas que las de sus semejantes están en peligro.
Pues
bien dicho esto, cuando surge una persona en una comunidad con estos
parámetros del alma y es conocida su actuación, de tal forma que su
actuación corre, como reguero de pólvora, entre el conjunto
estimulando a su emulación, y la sociedad considera justa la
recompensa a tales actos, queda impresa de manera eterna su impronta.
Y esta sublime forma de comportamiento dada de manera explícita por
la autoridad correspondiente en forma de recompensa, sella su
actuación con el fin de que trascienda a las futuras generaciones
Cuando
su acción ha llegado al paroxismo surge definitivamente el héroe
nacional. Sería prolijo enumerar los héroes nacionales, las
actuaciones de ellos se produjeron de muy distintas maneras. En
nuestra mente está una heroína: Agustina de Aragón y un héroe:
Cascorro, por nombrar dos de los de mayor relevancia.
El
2 de julio de 1809, la defensa del acceso a la ciudad conocida como
del Portillo de Zaragoza, estaba siendo rebasada por momentos por los
franceses que asediaban la Plaza, penetraban por la brecha que habían
logrado abrir, después de que los servidores de una de las piezas de
artillería allí apostada, habían caído bajo el fuego enemigo. De
pronto, una de las mujeres que ayudaban a los que cubrían las
improvisadas defensas, llevando municiones, tacos, agua y alimentos a
pie de ellas, exclamaba: ¡Animo Artilleros, que aquí hay mujeres
cuando no podáis
más!. Al poco caía de un balazo en el pecho el
Cabo que mandaba la posición y cuando una granada, voló a muchos
otros Artilleros, quedando inutilizada la batería y expuesta a ser
asaltada por los franceses que se acercaban en aquellos momentos,
Agustina, viendo la situación tan adversa, tomó un botafuego y
pasando por entre muertos y heridos, dio fuego a un cañón que se
hallaba cargado.
Instantáneamente
se levantaran los pocos Artilleros sorprendidos de aquel valor tan
sublime, sosteniendo con ellos el fuego, hasta la llegada del
refuerzo de otra batería y obligando al enemigo a retirarse
precipitadamente. Palafox la condecoró con el título de Artillera
con grado de subteniente y el uso de dos escudos de distinción con
el lema, uno de ellos: "DEFENSORA
DE ZARAGOZA"
y el otro "RECOMPENSA
DEL VALOR Y PATRIOTISMO".
Con su hazaña se pudo contener el avance.
Con
ocasión que su unidad estaba al frente del enemigo, Eloy Gonzalo se
presentó voluntario, para prender fuego a la posición donde se
encontraba. Pensó que su actuación le acarrearía la muerte, por
ello solicitó a su jefe que le ataran una cuerda a la cintura, con
la finalidad que rescataran su cuerpo exánime, una vez cumplida su
misión. Así, armado con su fusil y con una lata de petróleo,
reptando llegó a las posiciones, prendiéndoles fuego, regresando
indemne. Fue condecorado con la Cruz de Plata.
A
pesar de que aquella actuación no salió apenas del círculo de la
Institución militar, su hazaña se hizo muy popular en Madrid.
A
principios del Siglo XX, los acontecimientos que estaban sucediendo
en el Norte de África no auguraban buenos presagios a nivel
internacional. Nuestras plazas de Ceuta y Melilla veían como la
situación, mas allá de sus fronteras, podían tener consecuencias
graves para su estabilidad y por ende, para sus habitantes. La
kábilas del Rif no encontraban la autoridad que imprimiese orden y
cohesión, y no reconocían la autoridad del monarca marroquí. Sobre
los españoles se dejaba sentir cierto aire de pesimismo, después de
haber perdido nuestro poder colonial en Cuba, Filipinas e isla de
Guam. España necesitaba impregnarse, de nuevo, de amor patrio.
Cuando en 1909 estalló el conflicto de Melilla, estaba aquello
demasiado reciente y España entera temió que se volvieran a repetir
las consecuencias, esta vez en nuestras propias carnes.
Aquella
Campaña fue dura, murieron muchos hombres de uno y otro bando, los
musulmanes lucharon contra nuestros soldados, valiéndose de cuantas
ventajas tenían, conocían el terreno, se parapetaban tras sus
piedras, como los nuestros se parapetaban tras de los blokaos; si
ellos tiroteaban nuestros convoyes, nosotros lo hacíamos sobre sus
zocos.
Los
hechos de armas que tuvieron lugar en el Rif a cargo de nuestros
soldados, fueron numerosos; con sus hazañas y heroísmos lograron
que hasta las personas de mas duro corazón se conmovieran. Fue un
año de laureados y del Regimiento del Príncipe Nº. 3, dieron su
vida por la Patria: El Comandante González, el Sargento Villa, el
Cabo Noval, el Tambor Ríos y los Soldados Fidalgo, Castro, Parga,
Díaz, García y Fernández.
Hoy recordaremos a uno de estos héroes: El Cabo de Infantería Luis
Noval Ferrao.
Luis
Noval nació en el seno de una humilde familia asturiana, procedente
sus padres de los montes aledaños a la capital del Principado de
Asturias, de la zona de Siero de donde eran todos sus ascendientes.
Marchó el matrimonio a Oviedo para trabajar él padre, Ramón, como
carretero al servicio del Ayuntamiento, Perfecta como ama de casa,
donde tuvieron tres hijos Olvido, Luis y Julio. La infancia y
juventud la pasó Luis inmerso en los avatares propios de sus
convecinos de generación, y al tiempo que estudiaba en la Escuela de
Artes y Oficios de la que salió con el oficio de ebanista, iba de
romerías de aldeas muy celebradas en sus prados. Aquel año de 1909,
esperaban con ansiedad la llegada de las fiestas de San Mateo.
A finales del Siglo XIX, en Melilla nuestros soldados levantaban el
fuerte de la Purísima Concepción en tierras melillenses, cuando
fueron sorprendidos por un grupo de rifeños que causaron dos muertos
y varios heridos. Fue el origen de una campaña que nos había de
costar muchas bajas y a cuyo término se firmaría el tratado de
Marrakech. En él se establecía una zona neutral garantizada por el
sultán. Sin embargo no fue así.
En
1906 se firmaba el tratado de Algeciras, por él que, se reconocía
por la comunidad internacional a Francia y a España como tutores
preferentes y garantes de la paz en el Norte de África. Supuso el
reconocimiento nominal de la independencia del sultán y de
Marruecos, reconociendo éste a su vez la presencia en su territorio
de ambos países que le habían de tutelar. Sin embargo, la
penetración pacífica y el respecto a la soberanía del país vecino
iban a ser difíciles, pues, si bien Europa reconocía la soberanía
del sultán iba a ser negada sistemáticamente por su pueblo.
Consecuentemente,
aprovechando este vacío de poder imperial, las sucesivas mehalas
enviadas por el sultán eran derrotadas en el Rif por los partidarios
de El Roghy, sucediéndose continuos altercados en el campo exterior
de Melilla e incluso se adentraban en el campo neutral. Era quien
mantenía la cohesión en muchas de las kábilas contra el Sultán y
contra otro de los lideres El Chaldy. No es tema de esta conferencia
el estudio pormenorizado sobre los acontecimientos bélicos y
políticos de aquellos años, sino el conocimiento del hecho
histórico y así continuaremos la dinámica narrativa.
Era tal el estado de la cuestión a finales de 1908 que el general
Marina, a la sazón Gobernador de la Plaza, solicitó el envío de
tropas desde la Península. Fruto de aquella petición, el gobierno
de España decidió poner fin a aquella situación de zozobra y
aislamiento en que se encontraba Melilla.
En Oviedo ya se habían sorteado los quintos y después de
incorporarse a sus respectivos destinos, en el Acuartelamiento de
Pelayo, el día 11 de Abril tuvo lugar el acto de juramento a la
Bandera, de los que se habían incorporado al Regimiento de
Infantería Príncipe Nº. 3 y entre ellos Luis Noval Ferrao.
Para
aquellos musulmanes del Rif, no era comprensible la presencia de
soldados europeos en sus territorios, tanto franceses como españoles.
El hecho de verlos atravesar sus tierras y no estar al tanto del
tratado hispano-marroquí, ni conocer las clausulas del Acta de
Algeciras, los llevaba a estar en un continuo estado de agitación.
La situación en las proximidades de Melilla era poco halagüeña.
Los informes que se recibían en el Gobierno de Madrid señalaban un
recrudecimiento de la situación que se estaba haciendo insostenible
y venía a demostrar la conveniencia de los preparativos como medida
de previsión.
Hubo
diversos ataques contra los que estaban trabajando en el trazado de
las vías de las minas, llegando a matar a varios españoles, otros
se salvaron al escapar en una locomotora hacia Melilla obligando a
las tropas, al mando del general Marina, a salir de la Plaza dando
origen definitivamente a la guerra. Se ponía fin al cerco de Melilla
y se fijaron posiciones. La Unidades militares siguieron avanzando en
el campo exterior, al sur de Nador.
Los rifeños reunieron la harka y en el Gurugú comenzaron a
divisarse numerosas hogueras llamando a la reunión de las kábilas,
con el fin de hacer frente a las fuerzas españolas. Así lo hicieron
atacando las posiciones conquistadas, y hostilizando a los convoyes,
cuando la harka había alcanzado los 7000 hombres. Las unidades de
refuerzo seguían llegando al puerto de Melilla.
La gravedad de aquellos enfrentamientos llegó a la máxima
expresión, cuando en el Barranco del Lobo murieron 250 soldados y
fueron heridos 450. Era el 27 de Julio de 1909. No había mas remedio
que controlar al enemigo y en los planes del Gobierno para acabar con
aquella situación necesariamente pasaba por el control del Gurugú,
la magnífica atalaya natural que dominaba todo el teatro de
operaciones. Era necesario iniciar el despliegue definitivo, el Gran
Avance, de cuyos preparativos era constantemente informado S. M el
rey Alfonso XIII.
Se
ultimaba la formación de una nueva División, compuesta de dos
Brigadas, una la integrada por los regimientos “Cuenca y
“Guipuzcoa” con base en Vitoria y otra constituida por los
regimientos “Príncipe Nº. 3” con base en Oviedo y el regimiento
“Burgos” con base en León, cuando la harka ya había alcanzado
los 30.000 hombres. Legamos al mes de septiembre y los rifeños
seguían atacando, disparando a distancia e intentando esporádicos
asaltos nocturnos recurriendo a la astucia para engañar a las tropas
que ocupaban los puestos avanzados.
Por ello el general Marina
solicitó del Gobierno, de forma urgente, la incorporación de la
División Sotomayor.
En
Oviedo, en el acuartelamiento de Pelayo, el soldado Luis Noval era
ascendido a cabo por elección, pasando destinado a la cuarta
compañía del primer batallón del Regimiento del Príncipe Nº. 3 y
su Jefe el Coronel Moló daba las ordenes de partida de su Unidad. El
lugar elegido como base de concentración y partida fue la antigua
fábrica de Mauri, convirtiéndose en lugar de encuentro con los
familiares de los soldados que habían de marchar a pie, hasta la
estación de ferrocarril.
No
podía embarcar todo el Regimiento en un solo convoy, por ello se
organizaron tres trenes cortos, así lo exigía en aquellos tiempos
la subida del puerto de Pajares. Noval marcharía en el último tren.
La despedida en la estación fue muy emotiva, como podéis imaginar
orgullosos de ir a cumplir la misión asignada. Iniciaban el camino
de los héroes, mientras la banda del regimiento entonaba la notas
marciales. Allí estaba entusiasmada gritando: ¡Viva España! La
cantinera del Regimiento, una mujer llena de ánimo y valor, Emilia
Pérez que con guerrera de rayadillo y en el moño ondeando las
cintas con los colores de la Bandera, daba más emoción al momento.
Desde las ventanillas, las miradas de los soldados alegres y joviales
se cruzan con los humedecidos y orgullosos de los que se quedan;
Asturias se iba alejando.
El
tren de Noval llegaba a Madrid a las siete menos cinco de la tarde,
del día 11 de septiembre y a las cuatro cuarenta y cinco de la
madrugada del 12 salía para Málaga, donde esperaban los navíos
donde habían de embarcar. Su expedición lo hizo en el Ciudad
de Cádiz.
El
mar era una balsa que brindaba a los soldados seguir adelante, más
allá, mientras entonaban canciones asturianas acompañados
incesantemente por la gaita que dominaba de manera magistral, el cabo
Iglesias,un gaitero de Avilés.
Amanece
y aparece la silueta del Gurugú. Se corre la voz. Ya no se oye otra
cosa que el deseo de tomar aquella atalaya. El desembarco, por medio
de lanchones, del día 15 de madrugada se efectuó sin novedad para
marchar, acto seguido, al campamento de Rostrogordo quedando reunido
de nuevo el Príncipe Nº. 3.
Ese
mismo día el cabo Noval escribía a su hermana, Olvido, a la que
manifestaba haber hecho un viaje feliz y muy divertido. Desde el
campamento pudieron divisar por primera vez las hogueras que los
harkeños encendían en el Gurugú.
Por fin llegaron las operaciones iniciales al Gran Avance; el día 20
salía de sus campamentos la División Tovar, reforzada por la
Brigada Ayala de la División Sotomayor, para dirigirse al cabo de
Tres Forcas y flaquear el Gurugú. En definitiva los puntos ocupados
por nuestras tropas fueron, durante esta jornada, Taxdirt, después
de un duro combate en el que estuvo presente el Cabo Noval y durante
la cual el enemigo produjo entre nuestras tropas casi 200 heridos,
Jatel, Taurit, Lejade. El general Marina pernoctó aquella noche
cerca de Ed- Dar. Se tenía noticia que la harka la mandaba Abd El
Kader, Caid de Benisicar.
El día 22 de nuevo escribía Noval desde Rostrogordo a su hermana:
“He recibido tu carta en el momento de salir del combate que
tuvimos el día de San Mateo del cual salí sin novedad”.
La
posición del zoco el Had en el valle de Benisicar era de gran valor
táctico por lo que penetra en el territorio, así que cuando el
batallón del Príncipe Nº. 3 entró victorioso a las seis de la
tarde, aparte de significar la separación de las fracciones
importantes de la kábila, supuso una desmoralización para sus
integrantes. El Had era un punto importante de paso hacia el Gurugú
y reunía excelentes condiciones de defensa. Inmediatamente se
procedió a su fortificación.
El
día 27 de septiembre, después de los últimos despliegues y de
reducir los últimos reductos enemigos, sometiendo las kábilas, e
izado la Bandera de España en la alcazaba de Zeluán, se pensó que
se había dado fin a la guerra y en los campamentos todo eran
felicitaciones y pronto se regresaría a casa. Los rifeños habían
encajado mal la toma de la alcazaba y El Mizzian decidió atacar el
flanco mas vulnerable del teatro de operaciones y más desprotegido,
la meseta de Beni Sicar. La posición elegida para el ataque fue la
de Benalter que estaba guarnecida por unidades del
Regimiento del Príncipe Nº. 3 y el primer batallón del “·Burgos”.
Mientras la mayoría de los soldados trataban de conciliar el sueño,
otros los de servicio: centinelas, escuchas y vigilancia permanecían
alerta.
A las diez de la noche, el capitán ayudante del Coronel, había
hecho la ronda reglamentaria; aparentemente todo estaba en calma,
nadie se esperaba un ataque salvaje y los soldados tenían orden de
hacer fuego sobre los musulmanes de los aduares próximos, puesto que
se habían sometido al general Marina y se les había concedido
autorización para pasar la noche, sin embargo había algo especial,
los perros ladraban más de lo normal.....
Desaparecían las estrellas del cielo y la luna se ocultaba mientras
amenazaban densos nubarrones; una neblina espesa, húmeda y fría, se
extendía por el zoco y calaba los huesos; los soldados se cubrían
con mantas y llegó a ser tal la cerrazón que no se veía a más de
veinticinco metros. Después de las dos de la madrugada, quedó el
campamento inmerso en una gran oscuridad.
Aprovechando aquella negrura, desde el fondo del barranco, una gran
partida de rifeños que se había escondido en los aduares, tras las
casas, lomas y chumberas, se acercaban desde sus escondrijos llegando
a cercar el campamento, reptando sigilosamente cubiertos con sus
chilabas pardas hasta ocupar posiciones muy próximas a las
alambradas de la posición.
En ella, aún no había concluido la instalación completa de las
defensas de los atrincheramientos y reductos y tan solo, en algunos
tramos se habían extendido las alambradas. Por ello, para cubrir
estos espacios y evitar que se infiltrara por ellos el enemigo, se
montan una serie de patrullas fijas.
El teniente Castillo con efectivos de su Sección, estableció el
servicio de seguridad en uno de aquellos espacios, colocando en pozos
de tirador improvisados seis puestos dobles separados 25 metros
aproximadamente, y designando una patrulla con la misión de recorrer
dichos puestos; el resto de la sección permanecía de retén. Estas
patrulla se alternaban en su recorrido el cabo Noval y el soldados
de primera José Gómez.
Había llegado Luis Noval al último puesto de escuchas, eran las dos
y media de la madrugada. Lo defendían los soldados Patiño y
Fandiño. En ese preciso instante a su frente apareció un grupo de
musulmanes que subían por el barranco, límite de la posición,
haciendo desde el borde una descarga de fusilería contra el reducto
colateral, respondiendo desde la posición al fuego del enemigo.
Dijo Patiño: Nos vamos de aquí, Noval, que nos fríen los fuegos
cruzados.
Nada de eso dijo, Noval, no hay por qué preocuparse.
Acto seguido, viendo el cariz que estaba tomando la refriega les
dijo: ¡Seguidme!
Fandiño hizo caso omiso de aquella orden y abandonando a su cabo se
refugió en una pequeña trinchera que se encontraba a escasos metros
a retaguardia, siguiendo únicamente a Noval el soldado Patiño.
Ambos se dirigieron a la puerta de las alambradas del reducto en
donde el Cabo creía que se encontraba la entrada, que había
observado aquella misma tarde. Estuvieron a punto de ser acribillados
por sus propios compañeros del reducto, por lo que tuvo que darse a
conocer dando gritos, refiriéndose a él y a los dos del puesto que
aún suponía le seguían. ¡Viva España! ¡Alto el fuego! ¡No
tiréis que somos españoles!
Detrás de ellos avanzaba un grupo de rifeños. Al darse cuenta de
ello el soldado Patiño, se arrojó al suelo metiéndose entre las
alambradas, al mismo tiempo que gritaba: ¡No tiréis, soy de la
cuarta del primero! Logrando salvar su vida. Luis quedaba solo
recorriendo la alambrada seguido de cerca por aquellos. La fatalidad
hizo que apareciese otro grupo de ellos a su frente, recorriendo la
alambrada en sentido contrario, al tiempo que gritaban: ¡No tiréis
que somos españoles! Estos mismos gritos eran repetidos por los que
le seguían, sembrando el desconcierto entre los que defendían las
nuestras trincheras.
Momentáneamente
le estaba dando resultado puesto que el teniente Armendáriz, al ver
el uniforme de Noval e inmediatamente, difuso por la oscuridad
reinante, al grupo que asomaba detrás de él, le hizo pensar por un
instante que se trataba de alguna patrulla de reconocimiento. Gritó
instintivamente: ¡Alto el fuego!
Luis
Noval dándose cuenta de la añagaza, aprovechando aquel momento de
silencio gritó con rabia, dirigiéndose a sus compañeros de
trinchera:
¡Tirad que son los moros! ¡Fuego aquí que son ellos! ¡Fuego
contra ellos que son los moros!¡Viva España!
Simultáneamente
apuntando su fusil hacia el enemigo que le venia de frente, hizo
fuego y le vieron caer instantes después, herido de muerte al tiempo
que se le oía: ¡Ay mi madre! Y gritar varias veces ¡Viva España!
El fuego siguió arreciando con ferocidad por espacio de media hora,
fue un intercambio de disparos sin apuntar y sin saber exactamente de
donde partían los proyectiles. La noche se volvió infernal hasta
que se consiguió dominar la situación y rechazar al enemigo. El
teniente Castillo se retiró hacia su reducto para llevar desde él
una mejor defensa y enseguida echó de menos la presencia del cabo
Noval. La misma noche había quedado fuera del reducto una patrulla
al mando del sargento Viosca, cuatro habían logrado llegar al
campamento el resto había muerto acribillado.
A las cinco de la mañana, la artillería comenzó a derribar con sus
certeros disparos todos los aduares próximos, guarida de enemigos
que huyeron despavoridos a las lomas, desde donde siguieron haciendo
fuego.
Acto seguido se ordenaba una descubierta y una sección al mando del
teniente Prendes, al que acompaña el capitán Fariñas y el
comandante González. Una descarga cerrada segó la vida de éste, no
sin antes gritar a los soldados que iban a socorrerle: ¡No importa,
seguid adelante y matar a esos granujas! ¡Viva España! ¡Viva el
Rey!
Una
segunda descubierta lograba recoger los cuerpos del sargento Viosca y
los cuatro soldados de su patrulla.
El sargento Álvarez salió en descubierta con ocho soldados, para
recoger el cuerpo del Cabo Noval que estaba cabeza abajo hacia el
barranco, inclinada en dirección a Melilla y abrazando tan fuerte el
fusil que fue difícil desprender de su manos:el arma aún contenía
tres cartuchos. A escasos metros se encontraba el cadáver de uno de
sus enemigos con un machetazo en el pecho, dado con la bayoneta
calada del Cabo español.
Los camilleros Ortíz y Rico trasladaron su cuerpo, observando las
tres heridas que le habían causado disparos de fusil.
Todos en el campamento observaron en silencio y respeto su traslado
al botiquín, habían conocido de inmediato las circunstancias de su
muerte y aún resonaban en sus oídos sus gritos desesperados.
Ocurrió tan deprisa...concluía aquella jornada del 28 de septiembre
de 1909. Al día siguiente era ocupado el Gurugú y se izaba en su
cima la Bandera de España.
España entera se sentía orgullosa de sus hijos. La bandera en el
Gurugú era el postrer homenaje, a aquellos héroes que la
defendieron y que aquella misma mañana recibían cristiana sepultura
en el cementerio de la Purísima Concepción de Melilla. Era los
héroes del zoco EL Had de Beni Sicar.
Sobre
su tumba fue colocada una lápida que rezaba:” Diste tu vida por la
Patria, escribiendo hermosa página en la Historia del invicto
Ejército Español, como buen hijo y mejor patricio. Cabo Noval, en
África.”
Por
último, sabed que cual centinela impertérrito, esculpido en bronce
y arropado por la bandera de España, se erige la figura del Cabo
Noval en los jardines de su nombre, en la Plaza de Oriente de Madrid,
frente al Palacio Real,
Os deseo mucha suerte a todos.
Muchas gracias.
Nada más mi General. A tus órdenes.
FIN
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