UN
EVENTO IRRACIONAL
Se
que lo que ahora expongo me ha sucedido y lo cuento, sin lograr que
nadie acierte a encontrar una razonada solución que despeje tal
evento.
Más aún,
cunado yo en su tiempo lo explicba, me saltaban con que era alguna
broma que alguien me quiso gastar, otras con justificar el suceso con
la interpretación de una máquina, otras con mi equivocación ó con
algo que de mi chistera sacaba e incluso que alucinaba, todas ellas
para estar en desacuerdo con lo que les estaba contando, tratando de
desmontar mi verdadera experiencia.
Pero antes de
entrar en el objeto principal del evento, considero que ciertos
antecedentes deben ser conocidos, por si pudieran aportar algúna luz
a las incógnitas sobre el asunto que me invade.
Entre la
sierra de Ávila, al Norte y las parameras del mismo nombre, al Sur,
de Oeste a Este se extiende el fertil valle de Amblés, donde
vivieron mis antepasados bajo la protección de su Patrona la Virgen
de Sonsoles, un valle cerelista por antonomasia.
Tierra de
trigo, avena y centeno, de austeras y petreas viviendas de gentes
laboriosas, aferradas a su forma de vida, esperando la llegada del
estio para extender las parvas, aventar el grano y recoger las
sosechas en los sobrados.
Mis
antepasados, todos ellos labradores del valle, habían llegado a las
tierras de Ávila, en los tiempos de la Reconquista, de la mano de
Raimundo de Borgoña en su labor repobladora, asentándose en él
surgiendo nuevos poblados en aquellas tierras pertenecían al Rey.
En el año
1083 el condado de Ribagorza se separa de Navarra, para unirse al
reino de Aragón y estaban allí ya los de mi apellido, concretamente
se sabe de los que vivieron en Benabarre, la capital del condado.
Por lo tanto
es de suponer que los primeros que llegaron vivieran en el núcleo de
la capital, e inmediatamente su descendencia se distribuyera a lo
largo y ancho del valle, procedíeran del Norte, posiblemente de la
regiones de Lara, Covaleda ó de las Cinco Villas.
Hubo unos
años, en los que andaba recorriendo el valle de Amblés, en busca de
documentos que me informaran de los avateres de mis ancestros, entre
archivos y hollando algunos pueblos realcionados con mi apellido y
tuve la ocasión de encontrarme con familiares mas o menos lejanos de
Padiernos, Muñopepe, El Salobral o Villatoro entre otros, a los que
pude identificar además de de por el apellido por los rasgos
físonómicos.
Y por
supuesto no dejaba de visitar la Ermita de la Virgen de Sonsoles,
Patrona del valle que su manto fue llevado para cubrir el cuerpo de
mi abuela, al momento de su muerte, según tengo oido a mis
progenotores.
Todo empezó
cuando un día repetía la acción, repitiendo la misma secuencia y
por más que intentaba sacar la página de un libro, se fotocopiaba
otra distinta, la que misteriosamente él presentaba y no yo.
¿Que
circunstancia era la que hacía que se cambiara la página? He aqui
la cuestión en disputa que no la mía.
Leamos pues
el relato.
En el Cuartel
General del Ejército aquella mañana del 24 de febrero de 1997,
lucía un sol espléndido, el personal en sus despachos y
dependencias se afanaba por diligenciar sus obligaciones.
Como cada
cual, hacia yo lo mismo en el despacho de recursos humanos, cosa que
terminé a media mañana, pues el volumen de papeleo había sido
escaso.
Entonces
decidí aprovechar el tiempo y pensando en mis temas, me dirigí al
filo del mediodía, hasta la biblioteca que estaba en el tercer piso
de un edificio, cercano al palacio de Buenavista.
Después de saludar a las
bibliotecarias, de las estanterías donde se encontraban los libros
que trataban de las peculiaridades de las distintas regiones de
España, extraje el titulado: ”Castilla la Vieja II”, que ya
conocía, pues había tomado de él ciertas anotaciones en ocasiones
anteriores.
Con él en la mano, volví
a la mesa de mi despacho, hojeándolo con la intención de buscar
alguna fotografía que me sirviese para ilustrar los escritos sobre
la genealogía de mi apellido, en que me hallaba inmerso.
Algunas de
ellas me interesaban particularmente, por estar relacionadas con los
pueblos donde habían vivido mis antepasados en épocas pasadas, los
del valle de Amblés.
Decidido a
hacer fotocopias de las mismas, me levanté de la silla y con el
libro, me dirigí hacia donde se encontraba la fotocopiadora, al otro
lado del pasillo, dependencia de un compañero.
Una vez le
hube saludado, sin más, levanté la tapa de la fotocopiadora.
Después de
introducir los datos de impresión en el modo intermedio y el número
de fotocopias, pulsando los botones correspondientes, abrí el libro
por las dos páginas que me interesaban, depositándolo sobre el
cristal, abatí la tapa hasta donde me permitía el volumen del tomo,
y pulsé sobre el botón de inicio.
Estaban en aquella cámara
Alhama y Lázaro, compañeros y amigos. El segundo solía ir a
visitar a su amigo con frecuencia, casi todas las mañanas.
Las fotocopias fueron
apareciendo con toda normalidad, a medida que yo las presentaba las
imágenes que me interesaba.
La página 511, presentaba
una fotografía del Pórtico del convento de Santa Teresa, tras una
puerta de la muralla de Ávila, a la que hice la fotocopia y como
había sucedido hasta ese momento, obtuve la copia con toda nitidez.
En ese momento salíó de
la oficina Alhama, quedándose sentado a mis espaldas Lázaro.
Unas
cuantas páginas, más adelante, se encontraba otra fotografía: la
513, subtitulada: "Ermita
de la Patrona del valle de Amblés. La Ermita de la Patrona Virgen de
Sonsoles".
Coloqué
la página presentándola en el cristal, como venía haciendo hasta
ese momento, pulsé el botón de inicio.
¡Córcholis!
La copia que me expulsó en la bandeja era de la página 511:
"Pórtico del convento de Santa Teresa de Jesús. Intramuros de
Ávila".
Y es a partir de este momento, cuando comienza a suceder
el hecho extraño e inexplicable que con el fin de facilitar su
interpetación y no perderse en la sucesión con el número de las
páginas, las mencionaré con parte de su título, ayudando de esta
forma a su comprensión.
Es decir la 511 Pórtico; la 513 Virgen..
No era la
página 511Pórtico la que había presentado sobre el cristal, sin
embargo al voltear el libro comprobé que efectivamente la página
era la 511 Pórtico.
Logicamnete
pensaba que me había confundido y había puesto encima del cristal
la 511 Pórtico y no la 513 Virgen, asi es que, coloqué de nuevo el
libro, presentándolo sobre el cristal por la página 513 Virgen que
era ahora, como antes, la que me interesaba y apreté de nuevo el
botón de inicio.
La respuesta
fue otra copia de la página 511 Pórtico, no la presentada, es decir
la 513 Virgen.
Volví el
libro y cual sería mi sorpresa que efectivamente era la página 511
Pórtico, por lo que, naturalmente, estaba hecha correctamente la
fotocopia, aunque no la deseada.
Me dije
entonces:
¡Marcos,
eres un tonto del haba, presentando en el cristal la página que no
queres hacer!
¿Como es
posible que te confundas de página?.
En fin
volvamos a intentarlo.
Volvía, de
nuevo, a pasar las páginas hasta llegar a la 513 Virgen, a ver si de
una vez por todas, hacía bien las cosas.
Presenté
esta página sobre el cristal y apreté el botón de inicio pero, con
gran sorpresa, volvió la maquina a expulsar la fotocopia de la
página 511Pórtico y de nuevo, al voltear el libro presentaba la
misma página, la 511Pórtico
Hice otro
intento, ya un poco confuso de lo que estaba ocurriendo, volviendo a
pasar a la págian 513 Virgen, cerciorándome de que la que ponía
encima del cristal era esta y no otra, apreté con fuerza las tapas
del libro y con la otra mano pulsé inicio. De nuevo aparecía la 511
Pórtico.
No podía
creer lo que estaba ocurriendo, me volví hacia Lázaro y le dije:
Oye estoy
idiotizado, no sé que pasa con esta fotocopia.
Haz el favor
de venir a ayudarme, esto no parece muy normal.
Se levantó
del lugar donde se encontraba y se colocó al lado mío, al mismo
tiempo que le decía que se fijase bien en los pasos que hacía, con
la intención de hacer la fotocopia que me interesaba, que era la
página 513 Virgen y no otra, es decir la correspondiente a la
fachada de la ermita de la Virgen de Sonsoles.
Tomé el
libro y lo presenté de nuevo encima del cristal por esta página,
pulsé el botón de inicio.
En la bandeja
de salida apareció de nuevo la página 511 Pórtico, la de la puerta
del convento de Santa Teresa que era la que aparecía de nuevo en el
libro y que yo no había presentado en el cristal.
Ves, le dije
a Lázaro.
Voy a repetir
la jugada.
Esta vez
serás tú el que apriete el botón, mientras yo me dedico con las
dos manos, a fijar el libro por la página que me interesa, es decir
la 513 Virgen.
Dicho y
hecho.
Nuevamente
volvió a parecer la página 511 Pórtico, la que presentaba el libro
y no yo.
Volvimos a
ejecutar los mismos movimientos, dos o tres veces después con el
mismo resultado, era verdaderamente enigmático que reiteradamente el
libro, después de presentado por la página 513 Virgen, lo que
fotocopiaba la máquina era la 511 Pórtico, que era la que aparecía
ante nuestros ojos al levantar el libro, como si una mano misteriosa
sin mover para nada el libro cambiase las hojas.
¿Te puedes
explicar esto? Le decía a Lázaro mientras mirabamos la máquina por
todos los lados, intentando encontrar el problema.
No, de
ninguan manera, No le encuentro explicación.
A decir
verdad ¿Que tenía que ver la máquina que se comportaba como debía,
sacado la copìa de la página que se le presentaba?
No era la
máquina, la cuestión estaba en el libro, en el que
inexplicablemente se cambiaba la página.
No quise
seguir probando, le dije que era la última vez que lo intentáramos,
procediendo de la misma forma, pero por fortuna, esta vez, si que
expulsó en la bandeja la página 513 Virgen, al fin había
conseguido hacer la fotocopia y el libro esta vez, si, presentaba la
página 513 Virgen que como en las siete veces anteriores había
colocado sobre el cristal. Por fin, era la correspondiente a la
fachada de la Ermita de la Virgen de Sonsoles.
Un poco
aturdido por lo que no acertaba a explicar, anoté detalladamente
todo lo que había pasado en la agenda de mesa.
Después de
comer, volví a las andadas con la fotocopiadora, tenía que
finalizar mi trabajo para devolver el libro a la biblioteca, y
tomándolo de nuevo fui en pos de nuevas fotos. En páginas
posteriores encontré, una correspondiente a unas señoras sentadas
al sol y en las eras, prenetando estas páginas encima del cristal y
pulsé el botón.
De nuevo mi
sorpresa fue mayúscula, cuando en la bandeja aparece la página 511
Pórtico, es decir la fachada del convento de Santa Teresa de Ávila.
De nuevo el libro presentaba sobre el crital dicha página y no yo.
No quise
averiguar más, en silencio recogí el libro y sin decir nada a
Alhama, que estaba sentado en su lugar, me introduje en mi despacho,
dándole vueltas al tema.
A pesar de no
conseguir estas últimas ilustraciones para mi futuro trabajo, opté
por entregar el libro a las bibliotecarias.
De inmediato,
comenté lo sucedido y ninguno dio explicación a tal hecho. Cuando
se lo conté a un sacerdote, que al día siguiente paso por las
dependencias se límito a decir: No irás a creer que esto es un
milagro.
Por supuesto
que no, pero.......
A lo que
Lázaro contestó:
Yo lo he
visto hasta tres veces.
Asi sucedió
y asi lo cuento.
Nunca
encontré explicación a lo ocurrido, mi madre y mi mujer fueron las
únicas que creyeron lo que les contaba, aunque sigo sin encontrar
ninguna respuesta.
FIN
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