Monday, October 03, 2011


UN EVENTO IRRACIONAL

Se que lo que ahora expongo me ha sucedido y lo cuento, sin lograr que nadie acierte a encontrar una razonada solución que despeje tal evento.
Más aún, cunado yo en su tiempo lo explicba, me saltaban con que era alguna broma que alguien me quiso gastar, otras con justificar el suceso con la interpretación de una máquina, otras con mi equivocación ó con algo que de mi chistera sacaba e incluso que alucinaba, todas ellas para estar en desacuerdo con lo que les estaba contando, tratando de desmontar mi verdadera experiencia.
Pero antes de entrar en el objeto principal del evento, considero que ciertos antecedentes deben ser conocidos, por si pudieran aportar algúna luz a las incógnitas sobre el asunto que me invade.
Entre la sierra de Ávila, al Norte y las parameras del mismo nombre, al Sur, de Oeste a Este se extiende el fertil valle de Amblés, donde vivieron mis antepasados bajo la protección de su Patrona la Virgen de Sonsoles, un valle cerelista por antonomasia.
Tierra de trigo, avena y centeno, de austeras y petreas viviendas de gentes laboriosas, aferradas a su forma de vida, esperando la llegada del estio para extender las parvas, aventar el grano y recoger las sosechas en los sobrados.
Mis antepasados, todos ellos labradores del valle, habían llegado a las tierras de Ávila, en los tiempos de la Reconquista, de la mano de Raimundo de Borgoña en su labor repobladora, asentándose en él surgiendo nuevos poblados en aquellas tierras pertenecían al Rey.
En el año 1083 el condado de Ribagorza se separa de Navarra, para unirse al reino de Aragón y estaban allí ya los de mi apellido, concretamente se sabe de los que vivieron en Benabarre, la capital del condado.
Por lo tanto es de suponer que los primeros que llegaron vivieran en el núcleo de la capital, e inmediatamente su descendencia se distribuyera a lo largo y ancho del valle, procedíeran del Norte, posiblemente de la regiones de Lara, Covaleda ó de las Cinco Villas.
Hubo unos años, en los que andaba recorriendo el valle de Amblés, en busca de documentos que me informaran de los avateres de mis ancestros, entre archivos y hollando algunos pueblos realcionados con mi apellido y tuve la ocasión de encontrarme con familiares mas o menos lejanos de Padiernos, Muñopepe, El Salobral o Villatoro entre otros, a los que pude identificar además de de por el apellido por los rasgos físonómicos.
Y por supuesto no dejaba de visitar la Ermita de la Virgen de Sonsoles, Patrona del valle que su manto fue llevado para cubrir el cuerpo de mi abuela, al momento de su muerte, según tengo oido a mis progenotores.
Todo empezó cuando un día repetía la acción, repitiendo la misma secuencia y por más que intentaba sacar la página de un libro, se fotocopiaba otra distinta, la que misteriosamente él presentaba y no yo.
¿Que circunstancia era la que hacía que se cambiara la página? He aqui la cuestión en disputa que no la mía.
Leamos pues el relato.
En el Cuartel General del Ejército aquella mañana del 24 de febrero de 1997, lucía un sol espléndido, el personal en sus despachos y dependencias se afanaba por diligenciar sus obligaciones.
Como cada cual, hacia yo lo mismo en el despacho de recursos humanos, cosa que terminé a media mañana, pues el volumen de papeleo había sido escaso.
Entonces decidí aprovechar el tiempo y pensando en mis temas, me dirigí al filo del mediodía, hasta la biblioteca que estaba en el tercer piso de un edificio, cercano al palacio de Buenavista.
Después de saludar a las bibliotecarias, de las estanterías donde se encontraban los libros que trataban de las peculiaridades de las distintas regiones de España, extraje el titulado: ”Castilla la Vieja II”, que ya conocía, pues había tomado de él ciertas anotaciones en ocasiones anteriores.
Con él en la mano, volví a la mesa de mi despacho, hojeándolo con la intención de buscar alguna fotografía que me sirviese para ilustrar los escritos sobre la genealogía de mi apellido, en que me hallaba inmerso.
Algunas de ellas me interesaban particularmente, por estar relacionadas con los pueblos donde habían vivido mis antepasados en épocas pasadas, los del valle de Amblés.
Decidido a hacer fotocopias de las mismas, me levanté de la silla y con el libro, me dirigí hacia donde se encontraba la fotocopiadora, al otro lado del pasillo, dependencia de un compañero.
Una vez le hube saludado, sin más, levanté la tapa de la fotocopiadora.
Después de introducir los datos de impresión en el modo intermedio y el número de fotocopias, pulsando los botones correspondientes, abrí el libro por las dos páginas que me interesaban, depositándolo sobre el cristal, abatí la tapa hasta donde me permitía el volumen del tomo, y pulsé sobre el botón de inicio.
Estaban en aquella cámara Alhama y Lázaro, compañeros y amigos. El segundo solía ir a visitar a su amigo con frecuencia, casi todas las mañanas.
Las fotocopias fueron apareciendo con toda normalidad, a medida que yo las presentaba las imágenes que me interesaba.
La página 511, presentaba una fotografía del Pórtico del convento de Santa Teresa, tras una puerta de la muralla de Ávila, a la que hice la fotocopia y como había sucedido hasta ese momento, obtuve la copia con toda nitidez.
En ese momento salíó de la oficina Alhama, quedándose sentado a mis espaldas Lázaro.
Unas cuantas páginas, más adelante, se encontraba otra fotografía: la 513, subtitulada: "Ermita de la Patrona del valle de Amblés. La Ermita de la Patrona Virgen de Sonsoles".
Coloqué la página presentándola en el cristal, como venía haciendo hasta ese momento, pulsé el botón de inicio.
¡Córcholis! La copia que me expulsó en la bandeja era de la página 511: "Pórtico del convento de Santa Teresa de Jesús. Intramuros de Ávila".
Y es a partir de este momento, cuando comienza a suceder el hecho extraño e inexplicable que con el fin de facilitar su interpetación y no perderse en la sucesión con el número de las páginas, las mencionaré con parte de su título, ayudando de esta forma a su comprensión.
Es decir la 511 Pórtico; la 513 Virgen..
No era la página 511Pórtico la que había presentado sobre el cristal, sin embargo al voltear el libro comprobé que efectivamente la página era la 511 Pórtico.
Logicamnete pensaba que me había confundido y había puesto encima del cristal la 511 Pórtico y no la 513 Virgen, asi es que, coloqué de nuevo el libro, presentándolo sobre el cristal por la página 513 Virgen que era ahora, como antes, la que me interesaba y apreté de nuevo el botón de inicio.
La respuesta fue otra copia de la página 511 Pórtico, no la presentada, es decir la 513 Virgen.
Volví el libro y cual sería mi sorpresa que efectivamente era la página 511 Pórtico, por lo que, naturalmente, estaba hecha correctamente la fotocopia, aunque no la deseada.
Me dije entonces:
¡Marcos, eres un tonto del haba, presentando en el cristal la página que no queres hacer!
¿Como es posible que te confundas de página?.
En fin volvamos a intentarlo.
Volvía, de nuevo, a pasar las páginas hasta llegar a la 513 Virgen, a ver si de una vez por todas, hacía bien las cosas.
Presenté esta página sobre el cristal y apreté el botón de inicio pero, con gran sorpresa, volvió la maquina a expulsar la fotocopia de la página 511Pórtico y de nuevo, al voltear el libro presentaba la misma página, la 511Pórtico
Hice otro intento, ya un poco confuso de lo que estaba ocurriendo, volviendo a pasar a la págian 513 Virgen, cerciorándome de que la que ponía encima del cristal era esta y no otra, apreté con fuerza las tapas del libro y con la otra mano pulsé inicio. De nuevo aparecía la 511 Pórtico.
No podía creer lo que estaba ocurriendo, me volví hacia Lázaro y le dije:
Oye estoy idiotizado, no sé que pasa con esta fotocopia.
Haz el favor de venir a ayudarme, esto no parece muy normal.
Se levantó del lugar donde se encontraba y se colocó al lado mío, al mismo tiempo que le decía que se fijase bien en los pasos que hacía, con la intención de hacer la fotocopia que me interesaba, que era la página 513 Virgen y no otra, es decir la correspondiente a la fachada de la ermita de la Virgen de Sonsoles.
Tomé el libro y lo presenté de nuevo encima del cristal por esta página, pulsé el botón de inicio.
En la bandeja de salida apareció de nuevo la página 511 Pórtico, la de la puerta del convento de Santa Teresa que era la que aparecía de nuevo en el libro y que yo no había presentado en el cristal.
Ves, le dije a Lázaro.
Voy a repetir la jugada.
Esta vez serás tú el que apriete el botón, mientras yo me dedico con las dos manos, a fijar el libro por la página que me interesa, es decir la 513 Virgen.
Dicho y hecho.
Nuevamente volvió a parecer la página 511 Pórtico, la que presentaba el libro y no yo.
Volvimos a ejecutar los mismos movimientos, dos o tres veces después con el mismo resultado, era verdaderamente enigmático que reiteradamente el libro, después de presentado por la página 513 Virgen, lo que fotocopiaba la máquina era la 511 Pórtico, que era la que aparecía ante nuestros ojos al levantar el libro, como si una mano misteriosa sin mover para nada el libro cambiase las hojas.
¿Te puedes explicar esto? Le decía a Lázaro mientras mirabamos la máquina por todos los lados, intentando encontrar el problema.
No, de ninguan manera, No le encuentro explicación.
A decir verdad ¿Que tenía que ver la máquina que se comportaba como debía, sacado la copìa de la página que se le presentaba?
No era la máquina, la cuestión estaba en el libro, en el que inexplicablemente se cambiaba la página.
No quise seguir probando, le dije que era la última vez que lo intentáramos, procediendo de la misma forma, pero por fortuna, esta vez, si que expulsó en la bandeja la página 513 Virgen, al fin había conseguido hacer la fotocopia y el libro esta vez, si, presentaba la página 513 Virgen que como en las siete veces anteriores había colocado sobre el cristal. Por fin, era la correspondiente a la fachada de la Ermita de la Virgen de Sonsoles.
Un poco aturdido por lo que no acertaba a explicar, anoté detalladamente todo lo que había pasado en la agenda de mesa.
Después de comer, volví a las andadas con la fotocopiadora, tenía que finalizar mi trabajo para devolver el libro a la biblioteca, y tomándolo de nuevo fui en pos de nuevas fotos. En páginas posteriores encontré, una correspondiente a unas señoras sentadas al sol y en las eras, prenetando estas páginas encima del cristal y pulsé el botón.
De nuevo mi sorpresa fue mayúscula, cuando en la bandeja aparece la página 511 Pórtico, es decir la fachada del convento de Santa Teresa de Ávila. De nuevo el libro presentaba sobre el crital dicha página y no yo.
No quise averiguar más, en silencio recogí el libro y sin decir nada a Alhama, que estaba sentado en su lugar, me introduje en mi despacho, dándole vueltas al tema.
A pesar de no conseguir estas últimas ilustraciones para mi futuro trabajo, opté por entregar el libro a las bibliotecarias.
De inmediato, comenté lo sucedido y ninguno dio explicación a tal hecho. Cuando se lo conté a un sacerdote, que al día siguiente paso por las dependencias se límito a decir: No irás a creer que esto es un milagro.
Por supuesto que no, pero.......
A lo que Lázaro contestó:
Yo lo he visto hasta tres veces.
Asi sucedió y asi lo cuento.
Nunca encontré explicación a lo ocurrido, mi madre y mi mujer fueron las únicas que creyeron lo que les contaba, aunque sigo sin encontrar ninguna respuesta.
FIN

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