Tuesday, April 15, 2008

ESCLAVOS
Libertad de trabajo en Cuba a los negros de África.

Asturquin

En Cuba, a mediados del siglo XIX, las localidades más importantes, se hallaban comunicadas mediante una red de caminos carreteros. Los distintos recorridos estaban surcados por trenes o paradas de caballería, donde se alquilaban. En ellas prestaban servicio y trabajaban los facultativos veterinarios, y desde hacía varios años se empleaban esclavos con mayor frecuencia, objeto de preocupación por parte de algunas autoridades. Los dueños de las paradas contrataban a personas de color que no estaban facultadas.
Allí donde existían establecimientos veterinarios, se empleaban esclavos venidos de África, no solo en forma rutinaria con que se compraban para cualquier otra tienda, sino que además, en los trenes de caballos de alquiler ejercían su trabajo, como denunciaba el Sudelegado de Veterinaria del Gobierno de la Isla en “la ciencia médico – quirúrgica - veterinaria” sin tener titularidad alguna.
En Cuba, en el año 1845, existían 82 establecimientos veterinarios de los cuales 22 se encontraban en La Habana y sus alrededores, a su servicio se encontraban como auxiliares mancebos blancos, ejerciendo como herreros, al parecer en número insuficiente dada la contratación de negros en ellos, por parte de algunos dueños tanto de los establecimientos veterinarios como de las paradas de caballos,.
Las autoridades presentaron denuncias al Gobernador de la isla, a la sazón D. Leopoldo O´Donell, con la pretensión de que se controlara este intrusismo, y se prohibiera el trabajo de herrar y de auxiliar en las prácticas veterinarias, a los esclavos negros. Alegaban las autoridades del Ramo de Cuba, que no solamente envilecía la profesión, por no proceder de la escuela de veterinaria y por tanto no habérseles exigido las pruebas de limpieza de sangre, sino que además ponían en peligro al Gobierno y traer funestos resultados para la seguridad de la isla.
Desde luego estaba generalizado el trabajo de personas de color tanto en los establecimientos de albeitería con en los de herrar, por lo que estaban en condiciones de formar sociedades, pensando por ello que no estaba lejos el día en que se pusieran en franca oposición a los blancos.
Si embargo no todos pensaban de la misma manera el rechazo a estos planteamientos llegaban desde la Corten de España, rebatiendo los enunciados:
La esclavos negros no hacían otra cosa que preparar las herraduras y ponerlas a los animales, bajo la responsabilidad del maestro herrador. La mayor parte de las herraduras y clavos que se gastan en Cuba, se forjan en las fraguas que tienen los maestros herradores.
Para adobar dichos artículos, tan solo es necesario personas auxiliares que supieran manejar el martillo de herrar y el pujabante; si queda bien o mal despalmado un casco; si la herradura se sentó o no como corresponde y si los calvos están bien o mal colocados.
Por otra parte, los blancos que llevaban sus bestias a herrar, tenían a menos sujetar las patas mientras se las herraba y cuando se trataba de bueyes o caballerías falsas e inquietas, era necesario suspenderlas en potros a propósito o tenderlas en el suelo, cosas que exigían fuerza y una especie de trabajo, al que no se prestaba la clase blanca.
Es más, cuando se trataba de operaciones quirúrgicas que ejecutaban los profesores y singularmente para los botones de fuego, se tenía que disponer de manos auxiliares que les acercaran los instrumentos, que les prepararan la fragua, la piedra de afilar y por último cuidasen de los animales que se encontraban enfermos en la albeitería.
Todas estas fueron suficientes razones como para que la reina, notificara al Capitán General, O´Donell, a través de la Dirección del Gobierno con fecha 27 de Noviembre de 1847:
“Enterada la Reina de la carta documentada por V.E.. núm. 750, relativa a las quejas producidas por el Subdelegado de Veterinaria, de esas islas, contra D. Juan Labardesca, albeitar en Santiago de Cuba, y sobre que no les permitiese a los albeitares examinados tener en sus establecimientos, en clase de mancebos, a personas de color; se ha servido S:M., aprobar, lo resuelto por V.E. tanto respecto a la prohibición impuesta a Labaardesca para ejercer aquella profesión, por carecer del título correspondiente, cuanto a la negativa a la reclamación del citado Subdelegado, para que se impidiera a los profesores servirse de personas de color, como auxiliares en las operaciones mecánicas de su oficio. De Real Orden lo comunico a VE para su inteligencia y efectos correspondientes. Dios.” FIN

Fuente: ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL, Queja del Subdelegado de veterinaria por intrusismo en la profesión. Ultramar 21, Exp 1PARES.

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