VESTIGIOS DEL PASADO
del Municipio de Tres Cantos.
Asturquin
Hoy he vuelto a pasear por lugares de nuestro Municipio, que hacia tiempo no visitaba, y, he echado en falta, vestigios de nuestros pasados vecinos, que utilizaron la piedra, como materia prima para labrar comederos para su ganado, piezas entrañables, que podían haber estado protegidas en un museo, y al igual que los formidables pretiles de pozo, alguno de formidable factura, desaparecieron.
Hace algunos años, paseando con, mi recordada perra, "Tilka", tuve la ocasión, de encontrarme con algunos monumentos hechos en piedra, hincadas en tierra tricantina, cruces rústicas, que se erguían en medio de nuestros campos. Aún, en su dureza, una de ellas, no resistió los avatares malévolos de algún desaprensivo, que logró partirla en dos, colocando, la zona del crucero boca abajo. No sin cierto esfuerzo, quise remediar el mal causado y, como pude, uniendo las dos mitades, la restituí a su lugar, no sé, si hoy en día, permanece.....
Recuperarlas, sería positivo, supondría que, tal vez mañana, pudiéramos hablar a nuestros hijos, que un día, antes de alumbrar su ciudad de nacimiento, había en esta tierra, gentes que trabajaban de sol a sol, a la intemperie, en las labores del campo, donde, es ahora su lugar de ocio, y que aquellas cruces eran el testimonio de pasadas desventuras de algunos de ellos, pues su presencia, señalaba el lugar donde habían caído fulminados por el rayo traicionero y no pudieron ser socorridos.
En las gigantescas tinajas, de las bodegas de la Vega del Registrador se elaboraron caldos, que pasaban por ser de los mejores de Madrid, al menos, así me lo contaron hace años, pues los viñedos de las hoy tierras de Tres Cantos, eran de una uva excelente. Tuve ocasión de verlas erguidas majestuosamente, con la firma de su artesano, “Artecha”, y, estas piezas, que pasaron a servir, destrozadas a pedradas, como asiento de un basurero de neumáticos desechados, serán, para la cultura del Municipio.
Sin embargo, experimenté un gran alivio, cuando observé, que la bien labrada fachada de la antigua Ermita de la Vega del Registrador, única de la que se tiene noticia en nuestro Municipio, yacía en tierra, con su sillería desmembrada, y que aparentemente no la faltaba ninguna de sus piezas, por tanto, aún no había sido objeto de deseo. No encontré a nadie que me dijese, como se llamaba esta Ermita, ni tuve ocasión de conocer a nadie, que, desde ella dirigiera sus oraciones al Señor, pero si es cierto, que desde que vi aquellas piedras trabajadas con esmero, sentí la inquietud de verla protegida del expolio.
Quizás, estemos a tiempo de recuperar éstas y otras piezas, y poder mostrar, el día de mañana, a nuestros descendientes. Tenemos en nuestro Municipio, innumerables plazas vacías, y sería gratificante, para sus conciudadanos, ya que no disponemos de un museo arqueológico, verlas dignamente expuestas.
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