Tuesday, November 14, 2006


EL CABO NOVAL EN EL PRIMER CENTENARIO DE SU MUERTE
LOS TRES BUQUES
por Asturquín
El 28 de septiembre de 2009 se cumple el primer centenario de la muerte del Cabo Noval, un asturiano que dio la vida por salvar la de sus compañeros y que años más tarde volvería a su tierra, Oviedo que le vio nacer.
Su heroico comportamiento ya es lo suficientemente conocido, por eso con este pequeño homenaje, quiero recordar la vinculación del héroe con la Marina, recordando que hasta Melilla llegó en el buque Ciudad de Cádiz y que sus restos a bordo de otros dos el Hespérides y el Españoleto.
Conozcamos cada uno de ellos y algunas circunstancias tanto del viaje de ida como de su vuelta gloriosa.
Noval que había viajado en tren junto a sus compañeros de expedición, la tercera del Regimiento de Infantería Príncipe 3, embarcó en el buque Ciudad de Cádiz, en el puerto de Málaga, el 13 de septiembe de 1909, desembarcando en un lanchón, al día siguiente
en el muelle Villanueva del puerto de Melilla.
El día 15 escribía una carta a su hermana Olvido, en la que dcía entre otras cosas, que había llegado sin novedad después de haber hecho un viaje muy felíz y muy divertido.
El Hepérides había llegado a España en el año 1892, desde Inglaterra después de ser botado en los astilleros de los Sres. Wigham Richardson y C.ª, de donde había salido también el vapor Alfonso XII, en Newcastle.
Navegación e Industria, lo había adquirido para dar servicio de correos entre la Península y las Islas Canarias, y bajo la inspección de Lloyd, que le concedió la más alta clasificación + 100.A.1. Su casco era de acero, 60 metros de eslora, 8.85 de manga y 6.55 de puntal, con una capacidad de algo más de 1.350 toneladas de desplazamiento. Su máquina de triple expansión desarrollaba hasta 1300 caballos, llevando dos grandes calderas que medían 500 metros cuadrados de superficie de calefacción, consiguiendo, sin forzar la presión de las calderas al máximo de su régimen una marcha de 13 1/2 millas, aunque fácilmente alcanzaba las 14 millas. El aparejo era de pailebot de dos palos, y su tripulación de 35 hombres.
Aunque relativamente un buque pequeño, sin embrago reunía para los pasajeros las mismas comodidades que los grandes trasatlánticos. La cubierta superior era de madera de tek, y en la parte correspondiente a la popa tenía un pequeño salón que servía para los fumadores, desde él se llegaba directamente al comedor inferior independiente, que ocupaba todo el ancho del vapor. El decorado de este era sencillo pero elegante, tenía cuatro mesas con sillones giratorios y cuya capacidad era de cuarenta personas.
Los camarotes se encontraban a ambos costados, bien acondicionados, en cada uno de ellos había dos literas y un sofá con su correspondiente lavabo, espejo etc., acomodando a 42 pasajeros. Al lado del comedor había una pequeña sala independiente con cuarto de baño, decorado con espejos, donde alrededor de una mesa sofá, se reunían las señoras, espejos u cuarto de baño. La perfecta distribución de todas sus dependencia llamaba la atención, así como la completa ventilación.
Las lámparas incandescentes brillaban por todas partes, aunque llevaban también el alumbrado usual en previsión que fallase la dinamo, y los timbres eléctricos estaba en todos los sitios. Para el servicio contra incendios estaba dotado de potentes bombas con tubos matafuegos, convenientemente colocados en las cámaras; para el supuesto de que se declarase fuego en las bodegas, disponía de tuberías, que inmediatamente se inundarían con vapor tomado de las calderas.
La cámara de segunda clase se hallaba en la parte de proa y también tenía salón comedor independiente y camarotes para 24 pasajeros. En cuanto a los de tercera clase iban colocados en un amplio sollado, bajo la segunda cámara.
El buque estaba dividido en compartimentos estancos y llevaba lastre de agua, en tres divisiones independientes, lo cual le permitía dar el calado más conveniente según sea la carga que lleve. En su venida desde Inglaterra sufrió un violento temporal en el golfo de Vizcaya, que aguantó perfectamente. Fue su primer capitán D. Enrique García. (Revista Navegación y Comercio 1892, Sig: D-5858. B/N. Madrid).
El 21 de junio de 1915, los restos del heroico Cabo Noval, en el mismo muelle de Melilla que le vió llegar feliz en 1909, serían embarcados solemnemente del Hepérides al mando de su capitán D. Jaime Gelpi.
En Málaga esperaba anclado el vapor Españoleto, sería el último trasbordo por mar, que después de una prolongada travesía llegaba al puerto pesquero de Cimadevilla en Gijón, el 24 de octubre, capitaneado por el marino gijonés D. Guillermo Menéndez. La capilla ardiente de Noval se encontaba alojada en el camarote del capitán y hasta él llegaron las primeras autoridades para rendirle homenaje. FIN

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