Monday, November 13, 2006

LA CIUDAD DE TRES CANTOS
HISTORIA DE UN NUEVO MUNICIPIO

por Asturquín

I PREMIO LITERARIO
"ANTONIO OSUNA MÁRQUEZ"

Como otros tantos lugares, el nombre toponímico de Tres Cantos se pierde en la noche de los tiempos, tal vez cuando algún que otro antepasado cazando y sobreviviendo entre lo que sin duda tendría que ser bosque de encinas y alto monte donde las únicas sendas eran los pasos de animales salvajes, de alguna forma así se denominó. Por alto de las Morales ó por el del Gatuno, pasarían a buen seguro aquellos carpetanos, que dejaron como recuerdo el nombre de nuestra cordillera norteña.
Muy aficionados eran nuestros antepasados fenicios a las explotaciones mineras y la comarca colmenareña disponía en abundancia de ellas. Testigo son las de Navalvillar. En el año 1625 se descubrieron unas importantes minas argentíferas en Manzanares, en un lugar llamado Las Biloneras y también en Los Pollos. Fue también importante la extracción del carbón de piedra y su calidad fue muy buena, hasta el punto que se comparaba, ya en 1771, con el de Inglaterra, así que no es de extrañar que también se fijaran aquellos en el lugar.
También mostraron por nuestras tierras gran atención los visigodos, pues a mitad del primer milenio ya había poblados en las inmediaciones y es más que probable, que en nuestra demarcación, se encuentre alguna de sus necrópolis. Los asentamientos visigodos como el de Navalvillar demuestra que estas tierras fueron holladas por aquel pueblo. También el cifrado, hallado en el pilar de Nuestra Señora de los Remedios, cuyos caracteres se corresponden con el año 595 de la era hispánica ó del César, correspondiendo a la vez con el año 557 de la era de J:C., y cuando reinaba por tanto en España el rey godo Recaredo I, hermano de San Hermenegildo, hijos de Leovigildo, corroboran esta ubicación; en Recaredo recayó la custodia de ciertas poblaciones de esta parte de la Carpetania y según el reverendo padre Fray Enrique Flores en su obra de 1773 “Medallas de las Colonias, municipios y pueblos de España”, se pueden hacer una serie de conjeturas sobre la existencia histórica de Olovasio, pueblo desconocido y situado en la comarca de Colmenar, pues apareció en ella una moneda de Recaredo Rey, poniéndonos en la tesitura de afirmar que Colmenar podía llamarse Olovasio.
Debió ser muy importante este asentamiento visigodo hacia la primera mitad del siglo XII, sufriendo el ataque devastador de los invasores árabes, que trajo como consecuencia en el ámbito religioso de aquellos pobladores el ocultamiento de la imagen de la Virgen en un muro o pared, extramuros de la ciudad, en una ermita llamada de San Bartolomé, situada en un despoblado.
Los godos que pisaron nuestros campos, vivían aislados uno de otros, en cabañas solitarias y espaciadas por el bosque. Eran aficionados a la guerra, a la caza y a la ganadería. Reza que disparaban sus flechas al viento, al estampido del trueno y de esta forma ayudaban a sus dioses. Manejaban grandes rebaños, como excelentes pastores que eran y contribuyeron a marcar las veredas con sus ganados por tierras tricantinas, al moverse desde los asentamientos desde los prados comunales. De esta forma iniciaban la red de cañadas en Castilla, y Tres Cantos contribuía al paso de los ganados con sus cordeles, veredas, coladas y otros caminos menores a la extensa red que en 1273, dio en llamarse el Horado Concejo de la Mesta de los Pastores de Castilla.
Pero antes, en el 711, surge un hecho de gran trascendencia, como consecuencia inmediata de la inestabilidad de los reino visigodos: la invasión de la Península por las hordas musulmanas, que tras derrotar a D. Rodrigo en Guadalete, dominan en poco mas de unas semanas gran parte de Hispania.


Toledo por aquellas fechas era un centro de gran influencia en la península ibérica y hasta allí se dirigían la mayoría de los caminos radiales: Por otro lado los toledanos no estaban muy contentos con los califas, a causa de los impuestos y por ello el emir Mohamed I, fortificó ciertos poblados, contra los de Toledo, entre ellos Madrid (Al Mudaina), y hasta aquí llegarían los caminos al comenzar a ser importante nudo de comunicaciones; por estar asentado sobre el Manzanares se aprovechaba su vega utilizando caminos antiguos hacia el norte y se trazaron otros nuevos.
Tres Cantos pasó a formar parte de los términos comarcales, llamados de la Arabiana; se extendía por toda la serranía; su historia pertenece a Colmenar y por ende a su linaje. En su antiguo escudo de armas figuraban colmenas.
Por aquellos caminos llegaron a Tres Cantos los árabes colmenareños-tricantinos, y aprovecharon las solanas de nuestros pequeños valles para instalar las colmenas más antiguas, fueron expertos cultivadores. Tres Cantos aún conserva vestigios de aquel cultivo ancestral en algunas de sus solanas.

La dominación de los árabes en estos territorios fue de singular trascendencia, pues el cuidado de ellas, colmenas y ganado, en aquellos tiempos abundante, proporcionaron tranquilidad con la producción de miel y leche. Los lugareños, tricantinos en ciernes, supieron de fuente árabe, elegir los sitios más adecuados donde colocar sus colmenas, a mediodía había de ser y a levante también y con una cerca de varios metros de altura, para así poder prevenir a la sensibles abejas, de las para ellas siempre fuertes vientos serranos. Se colocaban en filas y también en escalones de modo que para ellas fuera bien visible la abertura de la colmena y un basamento de piedra las prevenía de la humedad. Proliferaban las abejas, había abundantes encinas y el árabe que esto observó supo sacarle rendimiento. También había tomillo en la comarca, retama y jara. Dentro del colmenar plantaban, y aún se hoy se observa algún almendro, por ser este árbol de flor muy temprana.
Que estuvieron por aquí se demuestra por más de un toponímico, como el de la Moraleja, nombre de un camino y el de un arroyo que atraviesa la comarca. De su presencia, en el término colmenareño, nodriza de Tres Cantos, hay testimonios evidentes: el de Moralejo, donde hoy en día se aprecian algunos enterramientos.
Es de herencia mudejar la gran pasión por los toros, al igual que los moros, hasta no hace tiempo muy lejano, llevaba los toros a lo que con el paso del tiempo sería la gran urbe de Madrid. A rezar iban a Colmenar, a su mezquita, sobre la que se levantó después la gran iglesia cristiana. Lo que hoy es su torre campanario antaño fue minarete.
Fuentes como la del Moro, son su legado y monedas encontradas atestiguan su paso. Sus vocablos dieron nombre a las zonas, que de alguna manera se relacionaban con el agua, es el caso de los Chortales, Bodonal ó Almaján.
Uno de los parajes más hermosos del valle del Manzanares, se avista desde una talaya natural tricantina por occidente, y se otea desde allí un viejo puente de piedra, el de la Marmota, que fue obligado paso de tantas y grandes recuas que atravesaron esta comarca por cañadas y veredas de norte a sur, de oriente a occidente.
Estas tierras tricantinas, dominadas por los sarracenos invasores, traspasaban el umbral del primer milenio. Quizás sirviesen sus tierras de frontera fluctuante entre cristianos y musulmanes. La talaya de San Pedro, debió pasar de mano en mano, dependiendo de la fuerza de las razzias. Colmenar ya era población importante en la época de la Reconquista. Así parece indicarlo una moneda encontrada en 1982, donde aparece grabada una colmena (arma heráldica de Colmenar), y un número romano el VII, en clara referencia a este siglo. Un castillo signo de Castilla. Un número romano “VIII” y una letra “A”, que significa Alfonso VIII rey de Castilla, reconquistador de las poblaciones de Calatrava y Cuenca, que se representan en la moneda por la cruz y el cáliz con su estrellita encima, armas de Cuenca concedidas por aquel monarca. En el reverso el nombre de España, “Hispania”. El signo de León, reino de León. Carro y uina pequeña llave cuyo significado es la reconquista del territorio del llamado cuesta o cerro de San Pedro. La cifra arábiga 459, que se encuentra en la base del león, seguida de la 2I”, que es de diferente impresión, corresponde al 459 de la Égira o Era árabe, que se inicia a partir del 622 d. J.C., así que nos encontramos en el año 1o81, que nos marca con exactitud la reconquista de Colmenar y su territorio, reinado de Alfonso VI, años durante los cuales tuvo lugar también la reconquista de Madrid.
Tres Cantos estaba por tanto bajo el poder del rey de Castilla, Alfonso VIII, y nuestras tierras pasaron de manos árabes a manos cristinas en tiempos de Alfonso VI. Por otro lado esta moneda (de las llamadas foreras) cuyas cifras”1654” (alterando el carácter de la I romana por el i arábigo), ó el “4591” significarían el señalamiento de su fuero, cuya cantidad o canon, sería el pagado por la villa al rey Alfonso VIII, en reconocimiento de su dominio, teniendo en cuenta su fuero.
Alfonso VI, El Bravo, rey de Castilla, a la muerte de su hermano, se proclamó emperador de toda España, y la más gloriosa empresa fue la conquista de Toledo (1085), que se llevó a cabo durante el reinado de Al Cadir. Tuvo esto unas consecuencias inmediatas pues el avance de la frontera hacia el sur, permitió que se llevara a cabo la repoblación de las tierras reconquistadas como las de Colmenar y lo que había de ser el término de Tres Cantos.
No se conocen de esta época restos que pudieran indicarnos poblamientos en la demarcación, pero alguna reseña aparece en crónicas de haber sido levantada una ermita a orillas del Bodonal, próxima a la Moraleja. Quizás esta hipotética ermita tricantina fuera avanzadilla cristina a la que se levantara en el cerro de San Pedro por los monjes agalienses del hoy desaparecido monasterio de San Pedro de Saelices, y que es de presumir lo reconstruyeron en la ladera norte del cerro y no siendo aún localizados sus restos.
A este monasterio se trasladaron, en el año 1007 los monjes del monasterio toledano de Agali (fundado en la segunda mitad del siglo VI), por sufrir una grave inundación por el desbordamiento del Tajo; fue famoso, entre otras causas, por haber sido uno de sus priores San Isidoro de Sevilla.
Los monjes construyeron la ermita románica de San Pedro en la cima del mismo, hoy en día se conservan, a escasos metros de su vértice, su yacimiento. Desde allí se observa una vista magnífica de Tres Cantos.
En Castilla, cuyo territorio se había doblado en los últimos años del siglo XI, los condes aseguraban sus conquistas y las hacían prosperar cubriendo el suelo de monasterios; cada valle tenía el suyo, para sacarlo de la esterilidad y devolverle la vida. Frecuentemente los monjes seguían a los condes repobladores, les ayudaban en sus empresas y en torno al santuario organizaban labores agrícolas de todo género, fe así como la comarca tricantina comenzó a notar la presencia de algunas zonas de cultivo de secano como viñas y cereales.
Esta época necesitó el esfuerzo de todos para la reconstrucción de la sociedad, gravemente alterada por la invasión, y se puede atestiguar que los monjes prodigaron el suyo con generosidad en muchos aspectos tale como el campo o la defensa de las fronteras.
La leña de la zona se transportaba al monasterio en bueyes, en mulo ó en asnos y quizás como la tradición monacal les obligaba a la abstinencia de carne, los monjes hacían un gran consumo de queso y de pesca, siendo muchos los documentos que nos hablan de “picarias y rañales”, y de la exclusiva de pescar dentro de los términos de ciertos ríos, como nuestro Manzanares, que en esa época era abundante en pesca e incluso proliferaba cierta variedad de almeja.
Aparecen los mudéjares, que ocuparon la zona escasamente y gentes llegadas de lugares próximos a Madrid, Alcalá y otros pueblos limítrofes. Los repobladores segovianos aprovecharon la situación geográfica, que les venía muy bien por ser el itinerario habitual por el que se dirigían a Toledo, antigua capital visigoda, las legiones guerreras de conquista.
Durante la expedición de los madrileños a tierras andaluzas, en el año 1247, donde tomaron parte en el cerco a Sevilla, conquistada al año siguiente después de quince meses de asedio, durante el reinado de Fernando III El Santo, rey de Castilla y León, los segovianos aprovecharon la ocasión para ocupar nuestras tierras.
Al enterarse de esta invasión apoyada por Segovia, madrileños y toledanos se opusieron conjuntamente a base de hacha y tea, destruyendo las construcciones que habían levantado y fue tal el cariz que tomaron las cosas, que el rey tuvo que intervenir, por medio de árbitros que finalmente se pronunciaron en favor de Madrid. Continuaron estas divergencias durante el reinado de Alfonso X, por un periodo de casi dos siglos, y más tarde continuaron con los nuevos colonos palentinos bajo el señorío de los Mendoza.
Mucho tuvieron que ver los segovianos, en el laboreo del término de Tres Cantos, y que el Marqués de Santillana, junto a Guadarrma, Guadalix y Porquerizas (hoy Miraflores) dejó como señorío. Como única herencia a su nieto D. Alonso de la Cerda. Juan I hizo merced en 1383, a su mayordomo Pedro González de Mendoza del Real de Manzanares, que confirmó Juan II a sus descendientes a título de Condado, pasando desde entonces, Tres Cantos, como tierras integrantes del mismo, a la poderosa Casa del Infantado.
Durante el transcurso de este periodo histórico, llegarían también repobladores navarros. Navarrosillo, parece que fue un campamento de navarros. De igual modo, el pueblo de Moncalvillo, es una muestra más de la contribución de los aragoneses a la repoblación durante la reconquista de la comarca de Colmenar Viejo.
Así fueron transcurriendo los años venideros, en los que la roturación de nuestras tierras fue cada vez mayor, y donde se apreciaban cultivos del viñedo como en la zona de la cañada de San Jorge, cuando los caminos que cruzaban el término solo se podían recorrer en mula o a pie, y en los que no eran vereda eran utilizados por carros de bueyes, para trasladar la mies a Colmenar.
Antes Colmenar y sus tierras habían sido de realengo, como lo demuestra su incorporación , en 1268 por el rey Alfonso X, como segunda villa al Real de Manzanares.
Algunos de los habitantes, milicianos populares habían tomado parte en las celebres comunidades de Castilla en tiempos del rey Carlos I, así lo atestigua el pendón morado que aún arrinconado y destrozado pervivía por los años iniciales del siglo XX.
Por cédula real del rey Felipe IV, el 2 de agosto de 1645, se concede a la villa de Colmenar nuevos territorios al norte y poniente. La zona tricantina, por aquellas fechas probado es, a la simple inspección de los limites dibujados en el censo del marqués de la Ensenada, que pertenecía a su jurisdicción, como perteneciente al sexmo de San Pedro. Del poderío en gentes, tierras y riquezas pueden explicar cuanto hace referencia a las transformaciones que se han sucedido en los tiempos. Llegando a superar Colmenar al Real De Manzanares y de haber conquistado para si el escudo de las casas de los Mendoza y Lunas.
Dato muy importante es conocer, que Colmenar Viejo no fue nunca villa del Infantado en el sentido material o de pertenencia de su comarca, la realidad es que dependía del Infantado en lo que a jurisdicción civil se refiere, al frente de esta estaban los condes (algo asó como los Gobernadores civiles), como lo fue el Marqués de Santillana D. Iñigo López de Mendoza, primero de los condes del Real de Manzanares, por merced que le concedió el rey D. Juan II, que reinó en los años de 1407 a 1454: Como a este título o dignidad se unió el de Duque del Infantado es por lo que surge el error de apreciación en que a menudo se incurre.
El Infantado se conjetura formado por el rey D. Fernando I, siglo XI, para dar heredamiento a su hijo Alfonso VI. Se llamaban infantados a los heredamientos hechos por los reyes a sus hijos primogénitos, entre los cuales esta este de Castilla, que entre otras villas le pertenecía las entonces importantes de Peñas de San Pedro, Salmerón, Valdeolivas y Alcocer provincia de Guadalajara, y que son precisamente las donadas a D. Iñigo López de Mendoza por Enrique IV, en los que obtuvo señorío y de donde parte el tronco de los Duques del Infantado, siendo el primero de ellos el de su hijo Diego Hurtado de Mendoza, a excepción de Peñas de San Pedro, en cuyo tiempo no se hace ya mención.
De este Infantado, que vino a ser capital Guadalajara, tuvo señorío la infanta Dª Berenguela, hija de Alfonso X y de la reina Dª Violante. Pues bien esta D. Berenguela, cedió el señorío que tenía de Guadalajara y sus villas del Infantado al convento de Santo Domingo de Madrid, demostrando con ello, que Colmenar no pertenecía a dicho Infantado como villa propiamente aneja al citado señorío donado, pues en caso contrario tendría que haber antecedentes del particular. Además el emperador Alfonso VII dueño ya de Madrid, confirmó en 1 de mayo de 1125, el privilegio por el que se daba a Colmenar la posesión de los montes y sierras que hay en Madrid y Segovia, “desde el puerto de Berrueco hasta el de Lozoya”, privilegio que confirmó Alfonso VIII. Deduciéndose con toda evidencia que las villas propiamente del Infantado estaban en la parte de Guadalajara y en el contorno de Manzanares el Real, entendiéndose este desde el puerto de Berrueco hasta el Lozoya.
A mayor abundancia de razones, hubiera sido un contrasentido la protección concedida a Colmenar por su padre Alfonso X como dominios suyos, independientes de las villas del señorío de su hija la infanta, por más que hizo su incorporación al Condado de Manzanares, cuyo sentido ya se ha explicado.
Tres Cantos debió formar parte de laguna de las dehesas, que en el siglo XVIII figuraban en la Dirección General de Rentas que el Marqués de la Ensenada, que por mandato de S.M ordenó efectuar del Concejo de Colmenar Viejo en 1751. Los oficiales y peritos inscribieron en este registro los límites del mismo, que por estas fechas lo administraba la duquesa del Infantado, “por el sur delimitaba con el término de los sitios reales de El Pardo y Viñuelas”
Colmenar Viejo, pagaba por la conservación de los caminos, mil reales de vellón cuando S. M. venía de caza por los parajes del Manzanares y también pagaba 200 reales de cuota por la conducción de víveres al Real sitio del Escorial, cuando le rey hacía la jornada. Aunque el camino que atravesaba por Tres Cantos no dejaba de ser un cordel o vereda principalmente para el paso de ganado, ell año 1773 el geógrafo de los dominios del rey hacía figurar en su plano los caminos reales que pasaban por Colmenar; pronto resultaron incómodos e insuficientes sus firmes; no resultaban los más óptimos para llegar a los sitios reales a su paso por la comarca, desde la capital del reino. Empezaban a realizarse los trabajos más serios en cuanto a su conservación, y se construyeron puentes de piedra para llegar a Colmenar por la cañada de Tres Cantos.
Por ella pasaba la carrera del postas, camino de Colmenar y Chozas hasta el real sitio de San Ildefonso. En Tres Cantos se encontraba una parada de relevo de caballerías, que se estableció a finales del siglo XVIII o principios del XIX, pues el plano, que demuestra la Ruta de Postas en 1790, señala la ruta Fuencarral, Valverde, Colmenar Viejo, y a este respecto, en la Guía de Caminos de Osuna, de la época que se trata, se dice que el camino más corto para el real sitio de San Ildefonso, si no lo cubre la nieve, pasa por Fuencarral, Colmenar Viejo y Chozas; puntos de paso de la carretera en que el convento de Valverde, Torre de la Parada (el Pardo), y Colmenar Viejo eran las estafetas más inmediatas a nuestro relevo de Postas de Tres Cantos. En esta misma guía se especifica también, que hay otro camino que va por el Pardo a Colmenar Viejo, y que en la actualidad esta cubierto por las aguas del embalse de el Pardo; uno de sus tramos pasaba por el término de Tres Cantos, por la parte occidental.
En 1827, el rey se declaró protector, otorgando el uso del escudo de armas reales a la Compañía de las Reales Diligencias. En 1847, se unieron las sociedades de trasporte y las Diligencias Generales de España, pasaron a denominarse Diligencias de Postas Generales, a la que pertenecía la Compañía “La Mala “, que hacía la línea Madrid – Manzanares el Real- Colmenar- Colmenar Viejo y descrita en el “Descriptivo Militar de España 1866”.
Las poblaciones de los pueblos de la sierra norte de Madrid, se fueron incrementando e los umbrales del siglo XIX, y las comunicaciones y los transportes iban tomando una nueva dimensión.
Los carros de transporte cruzaban Tres Cantos en repetidas ocasiones desde Colmenar a Madrid, despareciendo definitivamente con la llegada del tren. Se empezaba a gestar la idea de establecer una línea de tranvía que siguiera la carretera Cuatro Caminos Fuencarral Colmenar, pasando por Viñuelas el Goloso y Tres Cantos, constituyéndose la Sociedad Anónima de Tranvía a vapor de Madrid a Colmenar Viejo y ramal a Chamartín de la Rosa, corría el año 1895. No prosperó y tomó el relevo del proyecto D. Arturo Soria, y la Compañía Madrileña de Urbanización sería la adjudicataria del proyecto, aunque desechando el tranvía y tomando la alternativa del ferrocarril.
En 1908 ya estaba replanteada la vía que por el Término de Tres Cantos llegaba a Colmenar, y los carriles estaban colocándose al mismo tiempo que se desmontaban unos 150 m3 de piedra, se decía que para septiembre podría llegar la locomotora a Tres Cantos. Las dependencias de la Casa de Postas de Tres Cantos iba a interpretar su último papel en la historia de la ciudad, pues el dueño de la misma no admitía que la vía pasase por el lugar, ya que naturalmente temía por los interese que le proporcionaba el relevo de caballos.
Salvadas las dificultades, el día 23 de junio de 1911, pasaba por vez primera en su viaje inaugural, “La Maquinilla”, ferrocarril de vía estrecha, por el apeadero de Tres Cantos. Los del lugar llamaban a este ferrocarril, el de la piedra o tren de la leche. Con la piedra de Colmenar se edifican los edificios más antiguos de nuestra ciudad, como el apeadero de Tres Cantos o la casa del Barrancón del canal de Isabel II. Costaba llegar hasta el apeadero algo menos de dos pesetas para los que viajaban en primera y aproximadamente una peseta para los de segunda: desde Fuencarral 1,50 en primera y 1,15 en segunda, y se podían transportar bultos sin derecho a recargo siempre que no excedieran de 20 Kgs.
A finales de los cincuenta, cuando hasta Tres Cantos llegaba mucho personal, para trabajar en los “estudios Verona”, donde se rodó la famosa “Tristana” a las órdenes del gran director de cine español Luis Buñuel, la maquinilla estaba viviendo sus últimos momentos.
En las postrimerías del siglo XIX, S. M. el rey Alfonso XIII, pasaría por Tres Cantos en su vehículo a motor, con motivo de la inauguración de la presa de Santillana. Los lugareños, tomarían más tarde su ejemplo y vehículos a motor levantarían el polvo a su paso de el camino carretera. Las agencias de viajeros empiezan a tomar conciencia del auge que toma este medio de transporte y establecen la primera línea de autobuses.
Al finalizar la guerra del 36-39, se consolidación de los firmes y el trazado de la carretera y desaparece la Casa de los camineros de Tres Cantos, ubicada en lo que hoy se conoce por nudo norte.
Vuelve Tres Cantos a estar en el pensamiento de los ingenieros, que antes como ahora, proyectan la unión del ferrocarril de Burgos con la capital del Estado. Comenzaron los trabajos que se habían ralentizado durante la Segunda República, y se habían parado durante la guerra civil, hasta que después de muchas vicisitudes se puso en funcionamiento la línea en el año 1968, pasando en su viaje inaugural por el apeadero de Tres Cantos hacia Colmenar donde se celebró un solemne acto. El edificio apeadero fue construido en el año 1932, como así lo atestiguan la relación de material inventariable, que se conserva en los archivos de la nueva estación.
Mientras todo esto sucede, los comarqueños tricantinos continuaban sus quehaceres; abundaban las granjas, había extensos viñedos, se recolectaban cereales y se seguían cultivando las colmenas. La mies transportadas hasta Colmenar en carretas, cruzaban las vía del ferrocarril con peligro.
En la Vega del Registrador yacen los restos de la única ermita conocida del término de Tres Cantos, su fachada a base de cuidados sillares de piedra de Colmenar se encuentra caída sobre el terreno, y mucho me temo, que si no se rescata para decorar una de las innumerables plazas vacía del Municipio, termine desapareciendo como han desaparecido pretiles, comederos y cruces de piedra, que se encontraban en el término. Había también bodegas firmadas por Artecha,con enormes tinajas que albergaban muy ricos caldos y que eran apreciados por su buena caldos en Madrid y Colmenar.
El flujo de coches por la ya caduca carretera comarcal c-607, es demasiado importante, acometiéndose el desdoblamiento en dos direcciones. El movimiento de tierras se traga a nuestro viejo relevo de postas, que convertido en vaquería en los últimos tiempos, proporcionará la leche a la finca de “Las Jarrillas” para completar la dieta del príncipe Juan Carlos.
Madrid, con su alta tasa de población, exigía la aparición de una ciudad de nueva planta, paso hacia adelante en la entrada del nuevo siglo, ejemplo de complejo urbano integrado, que con la incorporación de la actividad productiva, la habrían de convertir en una ciudad impulsora de la economía nacional. En ella había de encontrar suficiente espacio las empresas, con una buena comunicación, en un polígono creado a tal efecto, con la aparición de parques de actividad y empresariales, donde se había de producir una yuxtaposición de industrias no contaminantes con centros comerciales, áreas deportivas y de esparcimiento.
Tres Cantos, nombre dado en el año 1971 al proyecto de una nueva ciudad, atraída por la idoneidad de la comarca, impulsada desde los poderes públicos y capaz de albergar 36000 nuevas viviendas, más las industrias y los equipamientos necesarios, de forma que se garantizara un objetivo de autosuficiencia, equilibrio y alta calidad de vida. Entraron en juego las máquinas a mediados de los sesenta, una vez resueltos los trámites de expropiaciones e iniciados los trabajos por parte de la Administración Central, creándose posteriormente, una sociedad específica para su desarrollo: Tres Cantos S.A. La zona que había servido, hasta este momento como pastos, donde se ubicaron eras y los bandos de cigüeñas buscaban apaciblemente su alimento, iba a desaparecer con las explanaciones que se realizaron.
Pasó una década de trabajos de infraestructuras; a penas se habían construido 4000 vivienda, los grandes depósitos de agua en lo que había de ser el parque central, los dos elevados que junto a a algunas industrias y los pocos equipamientos contribuyó al cambio del paisaje.
Un nuevo impulso procede con el denominado Actur de Tres Cantos, ocupando una superficie de 1691 hectáreas y situada a ambos lados de la autovía Madrid Colmenar y del ferrocarril Madrid Burgos, a una distancia de 22 kilómetros de la capital del Estado, fijándose la mayor parte de la superficie dentro del término del municipio de Colmenar, el resto del Monte de Viñuelas, perteneciente al municipio madrileño.
Se inicia de esta forma una obra gigantesca, que en ese tiempo va a ser la obra humana más importante, fuera de las ciudades españolas y que se podía observar desde satélites artificiales. Surge entonces la preeminencia otorgada en el Plan General de Madrid a la vivienda en altura, produciendo un desplazamiento en la demanda de vivienda unifamiliar, a los municipios periféricos, especialmente a Tres Cantos.
Cuando se decide colocar la nueva factoría de ATT. Acompañada de la declaración de ZUR, provoca una reactivación intensiva del sector industrial de nuevas tecnologías, mediante la promoción, por la Comunidad de Madrid, de un Polígono de Tecnologías avanzadas.
Se plantean algunas cuestiones derivadas de la marcha de las obras y de las características de urbanización, como el impacto sobre el medio ambiente, lo inadecuado de las edificaciones, exceso de ofertas en situación de crisis, por lo que se entra en una nueva fase, en la revisión del planteamiento de “Actur Tres Cantos”, rediseñando la ciudad, haciendo distintas consideraciones, como eran los criterios de respeto y conservación del medio físico, emanadas de iniciativas ad hoc, como la ley del Monte del Pardo.
En septiembre de 1983, la Dirección General de Ordenación del territorio del Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid, emitió un informe sobre Tres Cantos; se fijaron las bases de partida para la revisión de la ciudad, que entre otros aspectos se acordaron las conexiones de transporte, como el de la Universidad Autónoma y la protección del medio físico.
La ciudad va adquiriendo la fisonomía armoniosa de las distintas formas urbanísticas. Su cinturón industrial sufrió modificaciones al salir a la luz nuevos sectores industriales, como el electrónico, aproximándose a lo que se puede calificar como centros de investigación u oficinas, que llevaron a un gran consumo de suelo, siguiendo una estrategia, que se verá favorecida por la gran dotación de espacios disponibles.
El Centro Espacial de Metrología, fue inaugurado por SS. MM. Los reyes de España, el 22 de mayo de 1989, convirtiéndose en un organismo autónomo de carácter comercial e industrial fundamental, dentro del contexto del Mercado Único Europeo.
Ven la luz nuevos servicios como el Centro de la Salud, cuya inauguración tuvo lugar el 3 de junio
de 1990, con la asistencia del presidente de la Comunidad Autónoma. El Hogar del pensionista para el ocio de mayores; Policía Municipal y la Guardia Civil. La casa de la Juventud, parques deportivos como Embajadores, Foresta ó Islas, que hoy disfrutan al cien por cien nuestros jóvenes deportistas.
Un domingo, 20 de octubre de 1991, el tren de cercanías C-012, hacía su entrada oficial, en la nueva estación de Tres Cantos, entre los pasajeros llegaban en él el ministro Borrell, la presidenta de RENFE Mercé Sala, el presidente de la comunidad de Madrid D. Joaquín Leguina, nuestro querido alcalde D. Antonio Osuna y el autor del proyecto de la nueva estación tricantina Sr. Casariego.
Tres Cantos, ciudad construida y diseñada con visión de futuro, en ubicación privilegiada, posee una extensa red de viales, de amplias avenidas y bulevares, donde la vegetación ocupa un lugar preferente. Grandes yu amplios paseos centrales, permiten a los tricantinos dar rienda suelta a su imaginación, paseando por la balaustrada del parque central, donde abundan los miradores con vistas al mismo; desde lo alto del parterre se divisa la laguna artificial, lugar apto para la pesca, el deporte acuático ó el movimiento del agua rizada por el viento serrano. Agua de circuito cerrado, que durante la noche se bombea a su cabecera. Más allá , en lontananza la colonia de Soto Viñuelas colonia pretricantina integrada en el municipio.
Las calles u bulevares se entrecruzan en amplas plazas circulares, en espera de motivos ornamentales que a buen seguro saldrá de nuevos artistas de Tres Cantos. Ya en algunas el prestigiosos artista dejó su impronta con esculturas de hierro, mencionando la de la avenida de Colmenar Viejo o la de la avenida de Viñuelas. El nombre de personalidades vinculadas a esta ciudad, dan nombre a alguna de ellas, la de Antonio Gala fue inaugurada el 12 de noviembre de 1988. La del sector Músicos se inauguró el primero de julio del mismo año, con el nombre de Maestro Rodrigo. El nombre de Antonio López, pintor madrileño da personalidad propia a la existente en el parque del sector Pintores e inaugurada el 30 de junio de 1990. El escultor Eduardo Chillida, lleva impreso el nombre en otra. María del Carmen García Mena, fue la primera cartera de Tres cantos y la Plaza cartero Real perpetúa su recuerdo. En el interior del Parque Tecnológico Madrileño, calles con nombres propios surcan su trazado, dejándose ver los de Severo Ochoa, Newton ó Marconi.
En esta ciudad modelo de desarrollo industrial científico y tecnológico, planificada para mejorar la calidad de vida del ciudadano, así como el compaginar el puesto de trabajo, dispone de servicios fundamentales como el parque de bomberos, Institutos de Enseñanzas Básicas y Media. El 13 de abril de 1991, en el sector Planetas se inaugura el nuevo Centro Cultural Enrique Más, allí se encontraba el maestro Rodrigo, un ciudadano de honor.
En 1988, Matías Prats, en su pregón de fiestas, cuando pidió ser vocero de la nueva ciudad , ya auguraba gloriosos pasos y daba buenos consejos a los nuevos ciudadanos, ente otras cosas decía: no dejar que esta ciudad sea satélite ni dormitorio, y en otro pasaje de su elocución se expresó diciendo “de Madrid al cielo sí, pero pasando por Tres Cantos”
Como municipio independiente comenzó su andadura el 21 de mayo de 1991, disgregándose de Colmenar Viejo.
Con el último saludo a nuestro primer alcalde, en la provisional alcaldía y en la iglesia parroquial de santa Teresa, de diseño modernista obra del arquitecto Perea, todos los presentes recordaban su inquietud e ilusión por su ciudad. Su última voluntad fue esparcir sus cenizas por los aires de Tres Cantos en su postre refugio del parque central. Eran aún pocos los vecinos y por una razón o por otra la noticias llegaban de boca en boca con precisa puntualidad, por ello la muerte de Israel G. Rabanal, de los deportistas pioneros, en los escarpes de Patones,. Cayó como un jarro de agua fría.
La ciudad a partir de aquí va tomando nuevo auge, y va tomando cuerpo aquella frase de D. Antonio Osuna: “Nuestra ciudad son Tres Cantos y cuatro fases de la luna”. Su poesía lo dice todo: la hicimos con nuestro esfuerzo
sin fosos ni torreones
sin esclavos y sin dueños.
...............................
elevemos nuestras manos
y cantemos nuestra aurora
la aurora de una ciudad
construida hora a hora
día a día, paz a paz.

La bandera de Tres Cantos tricolor tiene una banda morada que alude a Colmenar Viejo, a sus orígenes castellanos y en general a su pasado histórico. La banda central es blanca y simboliza el futuro de esta joven ciudad y sobre ella el escudo: dos encinas, en su color sobre tres cantos, que representan a los tres montes colindantes, el de San Pedro, el del Pardo y el de Viñuelas, rodeados por una bordura de gules sable con siete estrellas de plata y cinco puntas y por timbre una corona real. Por último una banda en gules relaciona el presente de esta ciudad en el marco de la Comunidad de Madrid. Fue diseñada por el vecino de la localidad Antonio Rueda.
fue izada por primera vez, ante la atenta mirada de la mujer más anciana del Municipio número 179 de la Comunidad de Madrid, Doña Jacoba González y de la primera niña nacida en el mismo Lorena García tras la segregación, corría el año 1994.
Y es verdad, Osuna, solo hay un camino, aquél en que España se hace soñando.

FIN



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